POR EL
ENTRESUEÑO
Ivonne
Concha
Alarcón
Santiago de Chile – JUNIO
2016
© 2016, Derechos
de Autor Reservados
Ruth Ivonne Concha Alarcón
Diseño de cubierta:
F.S.R.Banda
Autoedición de la autora.
Primera edición - Julio 2016
Registro de Propiedad
Intelectual
N° A-268144
Santiago de Chile
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Indice
Navegaciones entre sueños
Nocturnos silencios
Secretos
Los tedios del ahora
Amores
Y otra vez...
Dueños de si mismos
Desvelada
Rastros de ti
Algarabía de jardín y misa
Me rebelo cansada
Quimeras
El tiempo es cielo abierto
Y se va el tiempo
Cansancio
Noche en desvelo
Inexplicable
Como hoja de papel blanco
Hoy no suceden
Solo mujer
La noche y sus siete cambios
Sueños de amor
Hombre de la mañana otoñal
Después del otoño
Amanecí triste
Traición de la noche
Frente al precipicio
Adherida a la piel
Llueven seco los trigales
Extasiada pensando
Los amantes sin destino
A ella…
Oscuridad silenciosa
Arrinconada
Cercano cumpleaños
La cosecha
Fundadora
Jardines de pensamientos
Camino otoñal
Ocurre el tiempo
Los fines de semana en soledad
Otoño
Esas lejanas tardes
Días sin escribir
Urgencias de luna y soledad
Enclaustrada
Celosa hembra cautiva
Nostálgica
Mujer de otoño
Depredador de sentimientos
Soledad y espera
Primavera
Sentir y tristezas
Juegos de la memoria
Cansada y sin sueño
Tiempos de cóleras
Te quiero sentir
Circunstancias
Te busco
Y es nonada todo todo
Prologo
La forma de poema es una
desgracia pasajera.
O. Lamborghini, “Die
Verneinug”, 1977.
Ivonne Concha comenzó a
buscar su voz poética no hace muchos años, en la rutinaria poesía
de los versos y las rimas, pero pronto sintió sus obvias
restricciones y buscó otros senderos menos concurridos, menos
explorados, buscó y encontró la esencia del verso no en su rima o
su ritmo sino en su incrustación en la corriente de conciencia pura
y desatada; en la prosa poética caótica y libre, ilimitada en su
brevedad esencial. A ese descubrimiento añadió el exceso, la
repetición, la fragmentariedad, el juego del artificio en el
imaginario y en el lenguaje, lo opuesto al mero realismo, en suma, el
esteticismo desbordado de lo neobarroco, donde la mente dirige la
mano que escribe sin pasar por la censura inquisidora de la razón o
la lógica. Y se atrevió a abrir las jaulas de los pájaros de sus
fantasías, a desatar el torrente de sus palabras entrelazadas para
que digan lo que no dicen, y aten y desaten esa luz violeta dorada
que fosforece en las penumbras de sus nocturnos, hurgó en los
socavones de sus pesadillas las huellas de sus demonios y el
resplandor imposible de sus luciérnagas subterráneas, navegó en
las espumas de las rompientes que circundan las islas de sus fugas y
regresos, indagó en las palabras enterradas en el jardín donde
sabía que estaban sus códigos perdidos, en fin, catalogó las
ruinas de un pasado que poseía las claves de sus destierros y urgió
sus imaginarios para desenterrar los mapas de su infancia, de su
adolescencia y de toda su vida incesante. Mientras otras mujeres de
su edad tejen con la tranquilidad final de una vida ya vivida
amorosas prendas para sus nietos, ella teje y desteje con las lanas
de colores de su imaginación el tejido de sus ilusiones y sus
sueños. Sabe que hay en su alma fuegos que nunca se apagarán, pero
con este libro decidió comenzar a dejar de ser una mujer inconclusa.
Vale.
F. S. R. Banda
La Cisterna, 28 de julio de
2016.
Navegando entre sueños
Navegando entre sueños, veo
mi reflejo dibujado en tus nostalgias, diseñando la distancia entre
mis irisados ojos y la pupila de los tuyos, ellos hablan de paz,
calma, bienestar. Mi paisaje inquieto, intolerante y aventurero se
queda dependiendo de tu sueño verde esmeralda, te deslizas
suavemente, musitando alegrías con dolor de enajenado, desplegando
alas que vuelan y vuelan. Cosechando suspiros soñadores que se
pierden en suaves algodones acompañados de lágrimas vagabundas
volando en busca de efímeros sueños. Llevo acuestas recuerdos
antiguos, aroma a nostalgia que cubren y plasman fríos que saben a
efímeros dolores de alma. Espérame si te atreves a desafiar por mi
amor a los mortales e inmortales, tú puedes si quieres, de nada te
culpo si la ansiedad de amar no comprende a mi ser, no quiero ni
puedo darte esperanza, no es mía la vida, no clamo esperanza, solo
tengo certeza de vida arrimada a bellos sentires que asoman al alma.
No quiero ni tengo primavera, ni otoño sin culpa, no es mía la vida
que trazas, ella no tiene certeza. Solo deseos que se encierran en
frías tardes de ojos lluviosos que salen del alma. Si tienes
paciencia veremos el otoño en tardes que se entrecruzarán entre sí
haciendo de este un suave paisaje de colores ocres en degradé. No
desesperemos, en mi plácido otoño dejaré que pase el alba por
verdes y nuevas primaveras florecidas, ellas harán renacer nuevos
primores en nuestras vidas. Con cada beso que nos regale la luna
haremos un collar de perlas de nubes que esconda la tristeza,
mostrando que tras la ausencia vive vestida de hada una bella
aventura. Un día tocaremos el cielo con manos deseosas de sembrar
sueños, posesión, alegría, paz, paciencia, amor y pasión.
Volverás un día... olvidaremos esa tristeza sembrada de sombras
esperanzadas de nuevas melodías, se acabarán esos nostálgicos
días cuando el sol reflejaba triste agonía sin labios, ni besos, ni
cuerpo, ni alma…
Nocturnos silencios
Nocturnos silenciosos en larga
noche de desvaríos e inciertos itinerarios, senderos antiguos
velando mil sueños pendientes que ya no acaecieron, hurgando en
nostálgicos inviernos con gélidas tormentas enmudecidas en
melancólicas y grandes cascadas de deseos inconclusos. Se evaden los
recuerdos sin sentidos, los pensamientos y va pensando en sus manos
tocando el blanco marfil envejecido de aquella silueta que no
heredará la risa que tanto se anhela ya a que nadie interesa.
Febriles alcobas color cerezas, sabrosas oliendo a destino perdido en
silencio callado, almohadas que gritan ausencia, desvelos nocturnos
recordando promesas dibujadas en hojas de un libro desgastado en
papel raído en añoranzas perdidas. Junto con las letras dibujadas
sobre la piel, amanecen las ilusiones perdidas en el ayer entre luces
y sombras, escriben frases vacías sin contenidos ni sentidos
verdaderos en letras reflejadas en paredes silenciosas gastadas
raídas en ausencias nocturnas y tiempos perdidos en lejanas
existencias escondidas en sombras ocultas que nadie divisa en ningún
tejado de gatos dormidos en noche de luna...
Secretos
Secretos, arraigada en la
memoria, paraíso de pájaros de fuego expeliendo locura, quemando
viejas naves del pensamiento. Buscando el eslabón perdido entre
cadenas sueltas, no logra unirlas a sus recuerdos. Perdió el camino
a la casa de muñecas donde jugaban sus sentimientos en otras
primaveras. Quiere embriagarse de su presencia hasta perder la
lucidez, la cordura, harta ya del maquillaje que cubre la demencia de
los limones agrios y amargos. Conduce su cansancio por pasillos
somnolientos de los espejismos desérticos, secos salares, parajes de
cuarzo desteñido. Se cobijan entre besos alfombrados, muerden
apacibles, lentamente sus sentimientos y antiguos rencores aun no
escritos en paredes empapelados y pasta azucarada con miel de las
abejas del panel al fondo de los verdes pastos de abril. Toca el
piano antiguo del viejo monasterio donde dormían a escondidas
antiguas meretrices, esas que recorrían el pentagrama a lamidos,
mordiscos y latigazos cruzando el nocturno pavor de chismosos
husmeando escondidos en los cántaros de bronce raído y tapices
negro de flecos dorados. Camino rauda, atléticas zancadas acercan la
muralla cubierta de madreselvas, apurada, busco los árboles sin
sombra, de hojas huecas manchadas de lástima, de niña escondía
pensamientos y canciones en viejos cuadernos amarillos. Sus ojos
gimen angustia, sobresaltados ocultan ansiosos el cielo plomizo de
nubes cargadas de agua dulce tratando de rodar por las mejillas del
abandono. El ave * silba su canto mañanero, la lechuza harta de
vigilar se esconde entre sus viejas plumas, el búho somnoliento deja
pasar las últimas luciérnagas mientras va autorizando a las
hormigas para que empiecen su labor diaria, una sirena da la partida
al nuevo día… se inicia otra vez la rutina.
* “Ya el cántaro se quiebra
sobre la fuente,
ya el hombre se levanta a la
voz del ave,
ya se han oscurecido los que
miran por la ventana,
pero la sombra no ha traído
la paz.”
El amenazado. Jorge Luis
Borges
Los tedios del ahora
Viento, aire, luz, sombras
rápidas de pájaros en bandada huyendo de las horas del tedio.
Combate, fortaleza, lucha frontal, sentimientos huérfanos
abandonados cansados de batallas inconducentes. Farol nocturno,
lluvia en el callejón de casas pareadas, antiguas, cielos con
ángeles dorados de yeso pardo resquebrajado, vidrio de cristal
dibujado a cincel, un paragüero color ámbar en la puerta oscura.
Trabajos en el hierro enmohecido oxidado recorriendo luna y estrellas
soñadas, inventando historias de hadas, brujos y enanos de circos
inexistentes. Cánticos gregorianos, monjes benedictinos de blanco
impuro pagando pecados insoportables. Cariños gastados, cuadernillo
de versos sin copia, canción tediosa de amor oculto de amantes
furtivos en culpas constantes, confesionario solitario de cura
ausente. Perlas negras broche de plata sobre un cuello de anciana
recordando antiguos atardeceres en el parque de árboles frondosos de
fruta cansada. Fúnebres florcillas marchitas sobreviviendo en el
macetero de loza fracturada, rosas secas envejecidas, ramajes en
caos, aroma añejo por el descuido del día.
Amores
Amante nocturno, búho sin
ojos, disonantes destinos absurdos, mariposas volando, golpeándose a
ciegas en murallas ajadas hechas de tierra y paja, muros caídos en
noches terribles, noches borrascosas, viento violento, intenso,
llevándose hasta los cimientos de la moral, hojas y botones de rosas
amarillas y violetas, espinas. Frutas verdes perdiéndose en el suelo
culpa del viento, ramas y ojos pardos verdosos, cardenales rojos y
blancos, violetas pequeñas, gusanillos robando savia en el alma de
los cangrejos de ríos. Silencios y gritos de los sabios roedores
comiendo las nueces del canasto de mimbre de la abuela, la oveja que
dará lana en el invierno negro, cicatrices en las pieles ajadas,
vientos huracanados, aplausos y oscuridad en los balcones, gritos del
alma de un solitario aferrado al cristo de madera de casa ajena,
gemidos en los cerros, en las alturas de la gélida nieve. Sí, mis
labios podrían morir sin el calor de los tuyos, trasmiten deseos
rosas, rosas fuertes y rojo furioso, sí, el deseo intenso que se
sube desde el suelo a la cumbre de la pasión enrojecida. Canarios
dormidos, luciérnagas sin dormitorios, no duermen, deambulan a
tientas. Donde estés, entre risas y sonrisas y cuentos inventados
esperaré que se acerque tu mar a mi piel morada de frío,
contrariedad de vida pobre y brotes de hortalizas verdes. En el bajo
plano esperan en el hogar junto a la leña y el humo palabras y
silencios gritando absurdos llamados a pesar de todos los elementos,
la tarde amarilla, la leña café y un tazón de leche hirviendo,
pobreza dura, rudos dolores en los huesos y en la historia larga del
tiempo escrito en letras que no poseen recuerdos...
Y
otra vez...
Y otra vez llegó ella, la
noche, viene gozosa del atardecer vivido, del caminar por el bosque
recogiendo flores, pisando, saltando como niña inocente sobre la
tierra húmeda, cazando mariposas. Ella, la noche, tan llena de
misterios, ella y su opacidad, sus miedos, ella me ata a la cama,
empiezo a dar vueltas, vueltas y vueltas al asunto otra vez, otra vez
dar vueltas al asunto, sí, lenta, violenta, lenta, rápida,
angustiosamente rápida. Sigo queriendo cerrar los ojos, no puedo,
otra vez está ahí molestando, agrediendo, subiendo la escala roja,
extraño rojo intenso con puntos blancos, se ve tan extraña la
noche, apenas empieza, sé, conozco del tema de los insomnios largos
extenuantes, porfiados, abrumadores, serpenteantes, ondulantes de
voces a veces indefinidas, mezcla de imágenes sorpresivas, los
sentidos alertas, todos alertas, presentimientos que asustan,
sorprenden agitándome, quiero gritar, quiero dormir, y nada... no
sucede, no ocurre, y yo ahí todavía contando sueños, deshojando
margaritas, contando auroras, contando esperanzas... cansada de la
espera, los ojos duelen, quieren cerrarse y no se atreven, tienen
miedo a ser testigos de las pesadillas, más miedos, más temores,
más desvelo, más angustia. Larga extensa noche, me enerva, me
desespera, bebo agua, leche, manzanilla y nada, tampoco acude el
sueño al contar ovejas, eso no me resulta, no sé contar, olvidé
hacerlo, solo hablo de colores, fantasías, irrealidades, fantasmas,
gnomos, dibujos animados, monstruos altos, largos, cabezas largas que
tocan el techo... cansada... empiezo a relajarme, descansada... adiós
insomnio... duermo.
Dueños de si mismos
Dueños de sí mismos,
tranquilidad, pasos cansados rasgados en el alto sosiego del
pensamiento, vida sin culpas, estipuladas sin despedidas ni emociones
en tardes de ilusiones tardías, cantos de aves amarillas mientras
entre verdades y arrullos de palomas soñadoras contoneándose vuelan
hacia los precipicios del acantilado del pensamiento hostil cansado
de los temores. Se cimbran las palmeras del viejo camino, un perro
ladrase asimismo, come pasto verde para sanarse, lo cipreses
acarician el viento rugiéndose unos a otros, se oyen desde muy
lejos, los lugareños se esconden sorprendidos. Sin ataduras vuelan
las ideas, solo materia guardan en las alforjas pesadas de recuerdo
vividos, libres de espíritus se eleva el canto de los niños camino
a la luna, hoy han puesto ruedas a sus sueños los amigos
imaginarios, prisioneros alados van buscando terreno conocido, así
se adentran en el bosque de las tinieblas nocturnas, navegando por el
cielo celeste diamantado en cristales, pastos verdes, gotas húmedas
brillantes en la colina de la desventura inexplicable, una lápida
ausente sin letras dibujadas es testigo de lo imperecedero, ya, es
verdad, no somos los mismos, no podemos destejernos, no podemos
hacernos, somos la consecuencia de lo ya vivido, experimento
sorpresivo del último tren saliendo a destino. Allí baila, ríe,
llora, lo simple lo cotidiano, desvestidos de antiguos pesares,
cargados de nostalgias, ya no desean andrajosos recuerdos desgastados
inútiles, se oye un extenso suspiro en la noche y un disparo del
último suicida atraviesa la alta y ancha montaña, sin grandes
ceremonias ni protocolos nos vamos atando a los antiguos caminos, sin
extensos discursos, sin nostalgias, ni pesares, dueños del tiempo,
dueños de si mismos...
Desvelada
Se pierde la noche en el
horizonte, a veces corre por las nostalgias y encuentra la línea
divisoria entre tantas distancias y lamentos exhaustos de rojos y
azules que hace que la luna nos robe los tiempos de alambre, pido a
la ternura se aleje de los ruiseñores engañadores, estafadores,
ladrones de la libertad, los ojos y las manos, lloran silencios
aterradores en arena y espuma de noche extensa entre azucenas y
madreselvas y unas violetas perfumadas se van alejando del otoño
para no morir de hastío y aburrimiento, como árbol frondoso sube a
los jazmines y vuela alto con los zancudos de alas largas y sus seis
ojos de distintos colores de hambre y miedo, sin pestañas, que caen
heridos al lago de la esperanza de tanto miedo al frío. Vida verde,
negra y gris y el rojo en la espalda del rinoceronte extinguido en
estos parajes rojizos y corazones de arena penetrando entre algodones
en el amanecer curioso entre piernas y amaneceres heridos de espinas
que se clavan en libertad, poseen el generoso alimento del maná de
la mañana que cae sobre funestos despojos de alimañas que se
aparecen como buitres negros de ojos rojos. La ternura ausente, el
odio se mete por las hendiduras de los barcos en el muelle que
bombardea con bocinas y trompetas anunciando el medio día mientras
la cigarra fuma un cigarro arriba de un filodendro y una mata de ají
que pica.
Rastros de ti
Rastros de ti en los espejos,
en las molduras de las puertas, en el ruido del silencio tras las
cortinas de la aurora, en noches desiertas, en sueños insolentes,
sobreviviendo a tu ausencia, buscándote en los escondrijos de mis
recuerdos, oyendo las canciones testigos de los tiempos malos y los
buenos, añorando tu compañía en todos mis momentos, transitándome
a mano con mis dedos recorriendo todos los recuerdos dibujados en las
hojas aun no escritas, pendientes de decir todas esas palabras que no
se dijeron y sí se sintieron. Buscándote en todos los arpegios, en
todas las notas musicales de las canciones que te traen desde el
silencio a mi almohada fría y silenciosa con aroma a nada, deseos
escritos en letras de ausencias, en campos de Marte, en estrellas sin
luz, en el arco iris después de la lluvia reflejada en el rostro
curtido de nostalgia. Siento el aroma del recuerdo cuando observo la
aurora bajándome de la luz del día, la marca en el territorio en
esta loca geografía donde solo ambos existíamos viviendo de a dos
en uno, vida de dos vidas. Esa distancia pérfida, sin medida, sin
trechos ni caminos transitables imposibles de traspasar hacia el
tiempo y los deseos escritos en el árbol de la vida. Ahora faltas a
la lista que no te nombra aun cuando miro, oteo, observo tu recuerdo
con ansiedad y nostalgia de ti en el lugar que el tiempo desahucia
los relojes de nadie, sigo caminando saltando en los charcos de agua
turbia donde tampoco te veo...
Algarabía de jardín y
misa
Siento el frío de primavera
que se esconde en las rendijas abiertas donde los grillos se meten a
hurtadillas cantando misa de domingo entre flores el pájaro de fuego
amarillo y florecido. Suena el campanario y el flaco sacristán
ayudante del cura, se balancea de un lado a otro mirando si los
dinosaurios vienen a cantar el aleluya en el coro polifónico de las
luciérnagas entumecidas en el palomar sin palomas y el acuario de
peces anaranjados y los pájaros con sed que bajan a tomar agua en el
cántaro de greda donde la hábil samaritana le dio agua a Jesús
cuando este tenía sed de justicia y nadie entendía el mensaje de
amor. Pasan las palomas negras mezcladas con las blancas y la gigante
ave carroñera se come el unicornio azul que se quedo dormido y no
puede irse a su casa antes del amanecer porque el búho furioso
discutía una de sus tantas teorías añejas que ya no sabía como
defender. El gusano se arrastra en la tierra, discute lo indiscutible
y ya nadie le hace juicio mientras el fiscal de los pájaros asegura
que tiene la solución de aquel crucigrama difícil de resolver, le
salieron alas y no da resultado. Solo el cura sabe la respuesta y ya
no estará cerca hasta el próximo amanecer dominguero. La lluvia cae
solitaria gota a gota, mientras los manzanos florecen, sus nidos de
flores blancas están listas a abrir después cuando ya no queden
absurdos misterios… el arcoiris aparece entre las hojas verdes,
cardenales rojos y las fantasías se asoman a comer las ilusiones que
saltan entusiasmadas por el jardín.
Me rebelo cansada
Me rebelo cansada de dormir en
piel ajena a solas contra la caricia ausente, contra el miedo a
perderme, me rebelo ante la mirada esquiva, contra los pecados de
fuego y los dolores del cuerpo, contra el veneno de los celos que
aguijonea la calma destruyendo todo a su paso como huracán
enajenado. Me rebelo ante las luces rojas que no dejan pasar por las
calles del olvido. Me rebelo contra todo el egoísmo y el terror de
mi piel al sentir tu mirada absurda, la voz a susurros y lamentos, al
perderme hasta los silencios cansados de esconderse tras los vidrios
empañados de sudor. Me rebelo ante el lento caminar de las tortugas
amarillas. Me rebelo contra el cuerpo ausente extrañándome en
cobardía sentida a través de los espejos rojos del placer ignorado.
Me rebelo contra el dolor que dejan los vientos al pasar arrastrando
a las mariposas dormidas. Me rebelo ante la inocencia cautiva de
aquellas flores de un jardín del Edén prometido a cambio de suplir
miserias en vidas solitarias de mujeres solas en busca de compañía
irreal. Me rebelo ante el grito que impide oír el canto de los
silencios. Me rebelo ante las miradas extrañas de locos caminos de
figuras de yeso sin vida, frágil postura ante la cruda realidad de
vida. Me rebelo ante la angustia agria pálida que dejan las
nostalgias de la partida de los vientos nocturnos y la lluvia que no
viene a ilusionar el encanto de las hojas casi amarillas del jardín
hoy lejano…
Quimeras
Quimeras, ilusiones; danzando,
cantando, festejando sonrientes, asomando sentidos en diáfanas luces
que se encienden-apagan-encienden, titilando sueños, esperanzas
aromándose en gotas de vida. Las brisas deshojan los pétalos de
hermosas flores en el jardín, hojas verdes de verano que se cimbran
cadenciosas en sutiles sonrisas a la vera de recuerdos que se pierden
en la distancia inquebrantable del período que recorren, pasan,
avanzan, caminan sin detenerse en ciclos de desventurada infelicidad.
Rompen los miedos, se terminan las dudas, quebrantos, dolores,
tristezas de sueños irrealizables junto al verde ennegrecido del
musgo húmedo de las praderas de sueños y ausencias del espacio de
los ciclos anteriores, corroen sus desmigajadas desilusiones
esparcidas en intrincados laberintos del alma. Se adormecen los
susurros enardecidos entre los pensamientos del día. La luna
sorprendida se esconde entre las dunas del silencio, orillados sueños
perdidos entre la interminable y profunda mirada del recuerdo donde
se acurrucan los antiguos pensamientos adheridos al alma. El aroma de
los arándanos de verano recién cosechados huele a aromáticas
ilusiones. Las suaves hortensias humedecidas en lágrimas de rocío
agítanse, piedras corroídas en volcanes erupcionadas entre dolor y
pasión de enamorados, todavía quedan ilusiones en corazones aun
deseosos alojados en sueños, esperanzados cascabeles mecidos por la
brisa en tardes asoleadas del que no quisieran despertar. Los
caracoles desafiantes asómanse curiosos mirando de frente el sol
frontal, hacen preguntas, buscan respuestas entre los pequeños
arbustos donde se posan los picaflores irisados, las abejas buscando
alimento, las mariposas pintadas a mano por el jardinero de los
cielos saltando y volando sobre las hojas de aquel florecido jardín,
los insectos alegran con su vuelo despertando el paisaje. Aparecen y
desaparecen las ya ajenas nostalgias escondidas en los rosales
florecidos. El amor invade metiéndose entre las luces y sombras del
vergel, reviven bajo el alero de las ilusiones de la vida... Las
alamedas suenan como refrescando la vida de los amantes, ellos se
miran, besan, enamoran, sonríen, abrazan, felices se aman...
viven... existen.
El tiempo es cielo abierto
El tiempo es cielo abierto sin
presagios, sin certezas, sin verdades absolutas, claros de luces y
azules oscuros nocturnos de pálida luna menguante en caminos y
andares del tardío estío ardiente, resplandores blanquecinos del
jardín antes del otoño en la clara intensidad del deseo, antigua
alameda verde perdiendo sus colores estivales, temerosa ante la
pérdida provocada por el abandono, camino estrecho cercano a los
ocres en tiempos cansados, hojas mecidas por el viento huracanado
reminiscencias del ayer oculto en la extensa noche extraviada entre
las aromas del verbo conjugado entre placer, pasión, anhelos, y los
sentimientos del alma, mariposa nocturna golpeándose en los muros
amarillos en pausa al borde del desfiladero del canto de las hojas
del diario de vida ocurrida, se oye el susurro de voces suaves e
intensas, crepúsculo de un pasado de añoranzas, reminiscencias de
cenizas tibias a punto de despeñarse en un abismo infinito donde a
veces el amor se pierde ciego de incertidumbres y desconfianzas
aprendidas en ilusos sueños de casta mujer pudorosa envuelta en los
miedos a perderse entre los deseos y afluentes del sentir, temerosa
de sentir la pasión de los deseos en su piel dormida, desborde de
luciérnaga alada efímera escondida, amurallada como envejecida
hiedra apegada a los muros pétreos de una casa abandonada y sombras
brumosas verde azul aterciopelado caminantes extraviadas entre las
cenizas del recuerdo del sentimiento y los deseos que nunca se
terminan en el sentir expectante de mujer latente... viva.
Y se va el tiempo
Y se encontraron mirando hacia
la nada, soledad insípida que dejan los rosales con espinas clavadas
en los recuerdos, caminan lento hacia el precipicio solitario del
olvido, van pensando en los escombros que fueron dejando en cada día
vivido, recordando los cristales quebrados que no permiten pase la
luz de los sueños realizados e imaginados, soñar con madrugadas y
los caminos andados en tiempos de ilusiones, en días primaverales
donde el amor reinaba en los corazones expectantes. El amor estaba
ahí abrazado a la piel y los sueños, a la pasión que gritaba
segura de la necesidad de poseerse, los labios deseosos de recorrer
la distancia, olvidando los riesgos donde todo era lumbre, fuego,
ardor en el cuerpo, caricias y placeres, versos fantasía, ilusión,
vida, esperanzada en el dulzor de los besos... Y dibujando caracolas,
casitas de juego, y manzanas de colores rojas verdes y rosadas, ellos
escribieron versos en la copa de los árboles, encendieron el fuego
de leños secos sin esperanzas, quisieron sentir en sus cuerpos la
lujuria y en alma la ternura que escribía el amor sobre sus pieles,
les quemaba el deseo reflejado en la mirada, estaban ahí
observándose desnudando el anhelo, despertando los deseos. Y
sucedieron los tiempos del silencio en noches ausentes, en sonidos de
insectos, una mariposa negra pegada al techo y el polvo que dejó el
día antes de retirarse de sus ayeres, caminando entre sueños
nocturnos, noche enmudecida. Se acabó la noche, se fueron los
nocturnos por aquellas veredas estrechas, los faroles encendidos van
recordando las caricias ausentes de un ayer fructífero, los besos
rojos y los deseos prisioneros en el tiempo que nunca vuelven
quemándose en la maldita distancia...
Cansancio
Cansancio, extremo cansancio
de volar de punta a cabo anhelando los besos ignorados, las manos en
la piel cansada, los ojos fijos en el dintel, sentir la música y las
flores dispuestas esperando no se qué, mirando asustada los
balcones, pensando en volar como las aves prisioneras, musitando
plegarias pidiendo el regreso de la paz, de las risas, las sonrisas.
Mirando el colibrí sosteniéndose como un helicóptero. Busco entre
las sombras el ángulo oscuro del aburrimiento que afecta mi cuerpo,
una pequeña brisa despierta la sensual caricia el recuerdo de tus
besos, el deseo de arrullarte. No quisiera despertar de este sueño
largo primaveral en este invierno frío que me cala los huesos. Mis
labios silenciosos recorren tu boca sintiendo el deseo extraño.
Mírame aun soy el papel escrito con manchas escritas en el silencio
de la noche extraña. Espero, siempre... espero sobre la humedad del
mar. Me miro en la niña de tus ojos, me refugio entre tus pupilas,
dibujo a besos tu rostro mientras aquí espero silenciosa y estallo
en una sonrisa El viento en su loca correría nocturna se posa sobre
la chimenea botando la antigua fotografía con aroma a nostalgia. El
miedo paraliza mis manos, el otoño mueve las hojas del silencio
dando vuelta las páginas de un calendario hostil. Las nubes pintan
el cielo de algodones albos, siento las espinas extranjeras del
silencio abrazando las copas de los árboles, pensando ensimismada en
aquel último beso frente a un arcoiris de paz y sosiego.
Noche en desvelo
Papel blanco extendido
impávido mudo sin nada que decir, un lápiz grafito negro, una musa,
una lámpara antigua encendida, colorada, voces entonando una
canción, voz grata que canta y encanta. El silencio ocupa su lugar,
son esas noches largas amontonadas en la puerta esperando que le
permita entrar con su montón de recuerdos agrios, tristes, algunos
alegres y risueños. La habitación es de madera antigua, una estufa
a leña encendida, una colcha de lana de oveja, una jarra de agua
fresca, tu foto en el velador observándome, aun me reconoce yo le
reconozco, los recuerdos no se van no desaparecen en un día.
Mientras espero al señor sueño, recuerdo nostálgica lo vivido
mientras juego con la bailarina, la caja de música danza y danza
girando en círculos sin parar y yo aquí sintiendo pensando sabiendo
que ya no vendrás... ahora el amor se fue a otro lugar. Siento a lo
lejos el aullido de un lobo, avanza entre el ramaje de hojas grises
de otoños, lianas entrelazadas unas con otras como mil recuerdos que
se atropellan, se agolpan en mi cabeza me hacen sentir tan cerca y
tan lejos... abandonada. Al galope viene un caballo se siente cansado
como si viniese de lejos, se acerca a la cabaña es tarde, a esta
hora no abriré... ¿Y si fuera él que viene de regreso? quizá haya
decido regresar, sabe que lo espero siempre. El animal sigue de largo
a su destino... duermo.
Inexplicable
Cuenta la historia que los
cipreses tienen un complot con las margaritas, las rosas se irán al
cielo si se portan mal y si se portan bien se irán al infierno,
presiento el dolor de los talentos que se extravían entre tanta
maleza y paja donde el ganado se come los sembradíos de lentejas,
más grande es el cielo que la tierra y los don juanes verdes se
duermen a la puerta de un convento blanco para robarse a las
doncellas celestes que dudan de sí mismas, ahora ya se sabe donde
están las polillas que se van comiendo el cuerpo de las mariposas
cesantes que de tanto hipo se murieron. Dónde esta el sol que no
veo, están muy oscuro en todos los caminos de los chanchitos que
viven en la tierra de los zapatos rotos. Un perro pulgoso se quiere
comer las criaturas que ni pueden defenderse, nadie explica por qué
tanto dolor se quedó en la trinchera, destilando pesares y sueños
que todavía quedan envueltos en rencores por heridas viejas que
nunca se cubren de paz, más grande son las luces que alumbran los
ojos de verdes esperanza, suceden cosas extrañas en las metáforas
que hablan de aquellas cosas que poco a poco fenecieron dentro del
túnel de lo prohibido y los pactos de silencios que nadie pensó
interpretar ni traducir ni menos explicar porqué más grande es el
sol de noche y la luna de día y las estrellas tristes llueven y la
lluvia se seca... inexplicable.
Como papel blanco
Como un papel; blanco,
transparente, gélido, inmóvil, estancado, estampado de soledad
infinita, sin sentido, enmudecido por la indiferencia del sentir.
Como la atmósfera; cargada de pesadas partículas, hierro sólido,
átomos a punto de explosionar, empujados por el viento
irresponsable. Así me siento ahora, en este instante, sola conmigo,
sola ante todos. Mi reflejo se esfuma en el espejo del tiempo, mis
ojos se nublan ante lo negativo que tiene la nostalgia. Mi cara
entristecida empalidece al sentir el dolor de la esperanza perdida.
Ya no puedo devolver mis pasos recorridos en el tiempo, ya no es
posible el regreso... el tiempo se perdió entre mis dudas,
incertidumbres etéreas. Duele todo; el tiempo pasado, el presente,
el mañana... ya no va quedando deseo de seguir, se extingue a lo
largo de mi misma, no encontrándome, no me siento, no me oigo, ni me
toco, ni me miro. Así estoy; sola conmigo...ya no te busco porque no
existo. No te siento porque no soy. No te toco porque no tengo el
sentido del tacto. Ya no puedo verte porque perdí el rumbo
extraviándome dentro de mí misma. Busqué tu rastro perdiéndome en
tus ojos con mirada larga, profunda enceguecida de dolor... Aroma a
distancia, lejanía incierta. Pasa la vida, en largas horas de
partida diluida en espera constante, desgano infinito, tiempo oscuro
que permanece oculto en laberintos dibujados de soledades sin salida.
El tiempo juzga como juez inquisidor y yo me quedo aquí, a solas
como víctima de mi propia soledad interna. Así es mi sentir, así
me quedo hasta que el tiempo mejore la calidad de mi propio aire, de
mi propia existencia… Vivo.
Hoy no suceden
Hoy no suceden cielos rojos,
amarillos, anaranjados, ni horizontes románticos con aroma a dudas y
asombros ausentes, no se ven azules celestes albos resplandecientes,
ni ocurren sorpresas imaginadas, ni quedan luceros riéndose en la
cúspide de las montañas nevadas, ya no está la niña que venía
desde sus ojos a mirar los ojos verdes de esperanzas. Hoy duele lo no
parido lo no nacido, la ausencia de los delfines ni las flores
anaranjadas, ni rojas, ni los helechos que le alimentan, las
mariposas mudas, las palomas blancas que no se fueron al sur ni a
ninguna parte. Hoy busca en la lista negra de los pecados negados, en
los dolores esculpidos a golpes y la mantis religiosa atea que no
comulga ni va a misas negras ni blancas. Hurga con los pies en la
playa de petróleo negruzco que fusila los versos y elimina las
metáforas dejando solo incertidumbre e incertezas del hombre
inconsciente. Observa la lancha del pescador camino a la mar
escribiendo versos de amor a las sirenas solitarias que aun creen en
el verbo del poeta solitario. Hoy suceden los pasos silenciosos que
no llevan a ningún destino recostado sobre los sueños que ya no van
a caminar por las alboradas ni a dormir sobre los cangrejos ni a
despertar en los alisios de la alborada. Pasarán las lunas
inconclusas, las estrellas seguirán titilando, los mares recuperaran
la salinidad, los peces seguirán nadando y la sirena seguirá
fingiendo que no ve no oye ni dice...
Solo mujer
Solo mujer, hembra, verso y
las palabras inventadas, fraccionadas, ficción de alma solitaria,
deseos en un cuerpo cansado en el casi ocaso y las penumbras, asomado
el hastío y el deseo lejano, la pasión y el desaliento. El placer
negado, una danza, un vaivén constante e intermitente delirio de
alma solitaria, desesperación desmedida a ritmo suave, intenso,
distante. La divinidad aparecida de entre los rayos celestes del
cosmos universal. Duelen los letargos, las emancipaciones, el
crecimiento de lo racional, la inocencia perdida, la transparencia
oculta en matices degradé, la luz difuminada en tonos pastel, los
sentimientos ocultos entre el ramaje de lo inconsciente, las
mariposas cansadas, los pájaros sin alas, los vidrios empañados, el
cristal opaco, las letras muertas, negando la verdad prevaleciendo la
mentira de los juegos florales primaverales inventados en círculos
de fantasías que giran alrededor de los mil versos escritos en
romances ya extinguidos, la flor roja que va pereciendo, mustia y
negruzca, de pétalos caídos. La mujer oculta, migajas de vida
restringida entre poesías maltratadas, versos paridos en el
romanticismo, en la poesía dolorosa del desamor, la poesía del
holocausto, los poetas malditos y las huellas de un pasado cuidadoso,
relamido, desabrido, sin fragancia, ni aromas, pasión desaparecida.
Atrás quedaron los sueños, los deseos ocultos, el sueño pendiente.
Ya no va más dice el crupier… Arriba vuela un ave fénix;
resiliencia, positivismo, crecimiento, nace de nuevo cada vez. Renace
la mujer, muere la antigua... mejora la vida.
La noche y sus siete
cambios
Aunque la noche haga sus siete
cambios, se siente, gris, opaca, lánguida, el cuerpo se agita
buscando su verbo interno, la flor sigue viva resplandeciente aunque
se siente borrascoso el calor humano enamorando la vida. El viento
sacude las hojas, clavando sus filosas espinas, se acerca removiendo
la calma desprotegiendo el alma provocando a la vida. Las hojas se
mecen aireando el paso a los caminantes, caen al suelo entre
tempestades, feneciendo silenciosas, sin duda, sin gloria, su enemigo
el viento, fiero, injusto, mezquino, efímero sin consistencia, sin
sentido. Viento susurrador, murmurador, arrullador, soplando,
gimiendo, incansable, gritando silencioso el dolor que a su pecho
hiere. Cabello ondeándose al viento, cayendo a la tierra húmeda,
barrosa, mojada. Hojas envolventes en caricias ansiosas, gritan los
muros deshojados sin ramas, sin flores, la brisa suave se acerca al
oído curioso, expectante, gimen los rosales, gime el silencio. La
tarde se clava hastiada en el dintel de la puerta antigua,
quebrajada, ruidosa, solitaria, celosa, aldabas resonando se agitan
curiosas, egoístas, los perros ladran alejando las ilusiones de
vida, los pensamientos inquietantes se alojan en rencores, despiertan
las nostalgias, se agitan los sueños, se asoman los deseos, se
incita al riesgo, se provoca a la calma dejando un reguero de
sentimientos heridos. Se revisan los hechos, se lee el pasado, se
aventura el futuro. Las hojas siguen huyendo, renacerán los brotes,
rebrotará la vida, son las expectativas, alejando lo viejo volverán
los sueños, volverán lo anhelos, la vida revivirá como cada mañana
abriéndose al amanecer los portones bloqueados, se abrirán los
caminos, renacerán las flores, volverá la vida como en cada
primavera… vida.
Sueños de amor
Sueños de amor, subiendo y
bajando, imaginados en el destiempo, sintiendo el placer infinito
aromado de frutos silvestres encanto de rosas perfumadas. Se escucha
la música proviene del hogar de las musas, ellas danzan y danzan al
compás, bella melodía que exalta los sentidos, los tonos se elevan
al paraíso de los sueños inventados, ilusiones, pensamientos
fluyendo, laderas de ríos empedrados, hadas volando por los aires
celestes, al ritmo del bello encanto que se acompaña de los latidos,
trinar encantado de pájaros silvestres, vuelan y vuelan sin parar
buscando donde su amor depositar… Así los ríos no se secarán
antes de unirse en la profundidades del mar, el suave murmullo del
encanto del amor circulando en el horizonte, mientras la luz de la
luna, tenue y dulce, va acariciando los párpados soñadores de la
bailarina principal de aquel ballet imaginario que danza en su
sentir, ella va dibujando su sentimiento con los pies que se elevan
desde el suelo hasta los aires del cielo limpio, puro y diáfano,
mientras cae la tarde en una bella melodía, la noche sueña
profundo, mientras gritan los aires del viento que sopla sin parar,
se elevan los sones de un canto sin igual, todo es una danza de amor.
La noche profunda, insomne, quiere volar al encuentro del mágico
sonido que le llama desde las suaves colinas del deseo, sin querer
despertar del sueño, necesita el amor como las aves necesitan sus
alas, como requiere el aire su alimento, desea como quiere la noche
al día, como la aurora al atardecer, como la luz a la oscuridad,
permite al amor que te sueñe entre el crepúsculo y la mañana
déjala soñarte entre soles y corcheas, en acordes musicales, en
suave brisa que acaricia, déjale esta noche soñar con auroras en
nuevos amaneceres. Déjale soñar mientras la melodía se posa en la
piel como mariposas de mil colores...como los deseos se quedan en la
piel... permítele amar hasta que el sueño termine en el país de
los nunca jamás...
Hombre de la mañana otoñal
Hombre de la mañana otoñal,
siento la tibieza del abandono que recién comienza, me dejas con los
brazos vacíos, los dedos sin dueño, un cuerpo gélido. Quisiera
sentir tu abrazo, tu susurro anunciando los deseos, el gemido
apasionado que un día en un instante el deseo tuyo solo fue mío.
Cómo deseo sentirte una y otra vez metiéndote en mi sueño,
buscándome en mi nocturno deseo abrazado a mis caricias, atado a mi
ensueño quisiera tenerte entre mi deseo y el placer, a desearte y
esperar que recorras mi intimidad con mucha calma, que despiertes las
mil mariposas ahora dormidas, que rompas el hielo de la distancia,
bajar de la torre y caminar sobre el puente hasta llegar a tu humedal
donde duermen las aves sobre las ramas sin desfallecer y sin miedos
de perderme en la pasión que se esconde después de recorrer los
laberintos, no perderte en la distancia finita de la noche, aferrada
a la luna en las oscuridades de la pasión antes de la explosión de
los sentidos, no temer al silencio de tus labios ausente, a no sentir
lejana tu mirada caminando a escondidas mientras buscas los nidos de
los pajarillos, ni perderte en el ocaso del día cuando el sol se
viste de rojo y llora ante la lejanía de mi horizonte extraviado,
hombre no quiero que te pierdas en el silencio del aliado enemigo del
placer, no quiero desfallecer sin saber si vuelves mañana... mañana
puedo ser un duro silencio perdido en el silencio de los que se van
sin volver...
Después del otoño
Después del otoño, andando
por el extendido camino de hojas golpeadas, caídas, sobre la loza
estéril, el viento se posa desnudo para disfrutar los últimos rayos
de sol que aun nos queda antes de que se enfríen los huesos con el
dolor del invierno que hiere. Plegarias que rezan en las calzadas,
veredas planas, en cuclillas y llorosas van mirando los surcos en la
cara que les ha dejado la vida, mejillas apenas sonrojadas de pálidos
recuerdos color ceniza que les dejó la experiencia. Alboradas a
oscuras, blanquecinas, asomadas en un barco con las circulares
ventanas cerradas a las sorpresas. Viajeros incansables de la mañana
a la noche recorriendo asombros, pisando verdades, empantanados en
los húmedos recuerdos de un ayer en olvido, en un ser que ya no
quiere pensar ni soñar. Mañanas sin flores en un jardín seco,
magnolios y rosas en el ocaso descolorido sin color ni aroma,
caracoles y mariposas, suaves luces marinas desteñidas, sueños
emancipados de viejos dogmas, sobre lodazales resecos que nunca darán
frutos. El invierno dejará desolación en la intemperie, pero, ya
nacerán de nuevos las siemprevivas, las violetas, los cardos en una
próxima primavera…
Amanecí triste
Amanecí triste, más que
otros días, esas tristezas sin nombre, pero sí, con espinas que
clavan y hieren sin ninguna explicación. Frío en el alma que nada
entibia como las culebras hoy necesito sol para sobrevivir, hoy
necesito luz diáfana que ilumine mí mañana, hoy quiero certezas
que rían, que bailen solo para mí. Quiero el abrazo del suspiro que
vuela y se aleja entre montañas, quiero la mano que mueve el
destino, del que domina el fuego y el agua, el que prende el alma y
después la apaga. Quiero rendir tributo, inclinar balanza, sentir la
presencia, el canto, la risa, la mirada, de aquel ruiseñor que una
mañana alegró mi vida, dibujo mis sueños, calcó mis estelas
grabadas en mi mar interno, un día voló dejando su barca en esta
playa, vacía sin gente, sin prisa, sin nada, los demás se fueron a
vivir tras los sueños y las montañas. La mañana descubrió el
silenció, el frío, y me pregunto: ¿cómo estás? y después marchó
al cielo pintado de azul, con pinceles de colores escribió en el
cielo ¡hasta siempre vida, hasta siempre alma!, ahora cruzo llorando
mi jardín ya seco, semillas difuminadas, solo arrimada, afirmada a
la dura piedra vestida de triste soledad y desesperanza… Si, hoy
amanecí triste… más que otros días.
Traición de la noche
Ahora la mañana enamora el
paisaje de alegrías, sonrisas, flores rojas perfumadas, filtrándose
por las hendijas la luz brillante del cielo a su cama de hierro y
madera antigua, flores grandes color ocre, bajando de ella al suelo,
bailando, danzando el ballet de Tchaikovsky mientras un perro duerme
su desventura nocturna, el gato lame su pelaje, bajan del haz de luz
bailando las pelusas mientras vienen del cielo, filtrándose a la
habitación desnuda de algarabías apegadas a los cristalinos ojos de
esa mujer que llora en su noche solitaria el deseo de placer de su
cuerpo despierto quedándose sin satisfacer mientras encendida la
noche entre silencio y soledad los anhelos se le subieron al enojo y
el despecho, la rabia del silencio ajeno del amante. Apesadumbrada
por la falta del hombre a la cita, durmió sola solita sola, su
cuerpo ardiente deseoso se quedó sin sorpresas manos ausentes y
besos desnudos. Mientras tanto a lo lejos siéntese el galope
violento del hombre somnoliento ojeroso y cansado cargado de apuros y
temores de culpa y vergüenza por la traición cobarde que no supo
evitar no importándole el dolor y la desesperanza de aquella mujer
bonita que solo a él le esperaba mientras el vuelve disgustado ella
le guiña un ojo perdonándole la vergüenza...
Frente al precipicio
Frente al precipicio, mi vida,
la única... el vértigo hace perder el equilibrio, un pie firme en
la roca el otro tambalea, se mueve, titubea, se siente el vértigo,
miro, observo, desconfío, susto, hielo en la piel, terror al vacío,
son malabares tratando de asirse a cualquier cosa que le mantenga
firme, teme caerse a la profundidad donde solo presiente aguas
turbias; oscuras, lúgubres, contaminadas con el ambiente del siglo
actual, moderno con sus novedades, fantasías, ciberespacio, redes
sociales. Quiere entender, socializar, comprender, solidarizar, lo
intenta, no puede, no es su ambiente natural, siempre extraña,
extranjera, lejana, ausente, quiere aceptar, asimilarse, arrimarse y
definitivamente no es capaz. La noche la atrae, lo oscuro le llama
hacia esas cavidades profundas que alojan serpientes, animales
grandes, pequeños monstruos que dominan, inquietan, desordenan lo
planificado, lo siempre aceptado como vida, existencia, ser, existir.
Vida normal seca, estirada, impávida, máscara sonriente, brava,
impertinente, capaz y a la vez niña, mujer triste, inmadura, a veces
ingenua, mil veces demonio, mil veces dura, mil... mil veces frágil.
Sin esperanzas, no acepta el cambio, no cree, no acepta lo diferente,
quiere y no puede, el pánico le hace correr; primero lento, acelera
el paso, corre, se pierde en su guarida secreta, su propia cárcel,
se protege, se esconde, difícil futuro, acurrucada dormirá con su
soledad a cuesta. Lo intentó... ya pasó... sucedió y no fue más
que un sueño de ángeles y demonios... despierta, camina lento y
sigue... invernará hasta la próxima estación...
Adherida a la piel
La noche que se adhiere a la
piel dejando huellas en los confines del silencio. Noche misteriosa,
callada, helada, fría, frente a una playa solitaria donde solo se
siente el ruido de las olas golpeando la roca dura constante e
intermitente, el agua y el golpe la corroen átomo a átomo hasta el
tiempo finito en que se extinguirá, desaparecerá, terminará,
convirtiéndose en arena oscura. Luna ausente, no aparecerá esta
noche, qué le sucedería a los enamorados si nunca más volviera.
Noche solitaria triste sin luna, silenciosa, sin nada, aislada. Noche
playa silencio calma paz en el alma, peces durmiendo, moluscos
trasnochando, piedras bajo mis pies investigadores. Un camarón enano
intentando morderme por invadir su espacio natural, lo dejo hacer
como quiere y sonrío... es pequeño no tiene fuerza no lastima. Y
sigo caminando sobre la arena negra, mis pies investigan mientras
disfrutan del agua fría continental sudamericano al fin del mundo.
Pequeñas ágatas o piedras bonitas simples que el mar devuelve en
un ir y venir esperando el amanecer, quizá algún veraneante desee
recoger alguna y quiera robársela por el solo gusto de llevarla
fuera de su ambiente natural. O, quizá, un caracol vacío para
ponerla en su oído y recordar en la ciudad el ruido del mar. Así
sucede, la noche y sus curiosidades... no se oye el chillar de las
gaviotas ni su revoloteo, seguro, duermen y sueñan en un pez muy
grande para devorarlo durante el día largo, están protegidas en su
pequeña isla de roca dura pintada de blanco por ellas mismas. ¿Dónde
duermen los pelícanos? Valdrá la pena investigar, quizá sea
interesante y si no lo es será una pérdida de tiempo, claro tal vez
sí, tal vez no, pero, puedo descubrir quizá un pequeño paraíso...
Bueno sucede, como en la vida misma, no todo tiene una
justificación, a veces sucede otras veces no ocurre nada, a veces
carecemos de sentido y nos damos vueltas y vueltas, nadie sabe qué
hacemos, qué pensamos... pero vivimos así como los pelícanos...
circulando en la vida, revoloteando… constantemente.
Llueven seco los trigales
Llueven seco los trigales
creciendo en cielo sin lágrimas, faltará este año el pan en los
campos cocidos en leña contaminada. El rocío recorre en ausencia de
montaña nevada bajando a empellones entre piedras y peces cansados
buscando alimento en aguas turbias, como lejano siento tus huesos
ausentes y tus risas ahora atadas a otros besos. Duelen los besos de
las babosas tratando de correr sobre los techos húmedos de noche
profunda y patio callado en embaldosado resbaloso que cae en
pendiente sobre los restos de plumas de unos pavos cenados en un día
del Carmen. Pasos sobre las pilas de ajíes rojos y los añosos leños
que chispean sobre la alfombra vieja de la abuela, el patio de las
gallinas, el gallo anda todo cocorocó porque ocho gallinas andan
dispuestas a sus requiebros de gallo castizo. Llegó la hora triste
del ovejero recogiendo ovejas que yendo a dormir le dejan triste
tocando la flauta en silencio para no despertar los sueños del lobo
cercano a la casa grande. Pastos escasos van por la orilla del río
claro de la sierra nevada, allá cercano al patrón camina
maldiciendo la suerte, sus crías no beben por escasez de lluvia y
esperanzas. Se le acabó la paciencia al lobo; hoy ya no espera a la
niña de capa roja, ni quiere comerse a la abuelita, ya de tan viejo,
no le quedan dientes para comerse a nadie, apenas bebe agua bendita
para sanar un poco su alma perversa...
Extasiada pensando
Extasiada pensando en brazos
abrasadores, caricias solitarias, deseos contenidos sin querer hacer
nada, solo estar quieta, lánguida, escuchando el ruido del silencio
profundo, solo deseando sentir los minutos en su piel cansada,
emociones siempre latentes, queriendo disfrutar besos que recorran
su cuerpo asustado ante lo desconocido… deseando la alquimia, la
trasformación perfecta de lo falso en oro reluciente. Frente a la
ventana el mar se mece suave, acariciando las naves a punto de partir
con sus cargas de hombres y mujeres en busca de la felicidad, en
cruceros que prometen libertad, diversión, distracción de los
sentidos, ellos llevan sus mochilas cargadas de duelos vividos,
equivocadas vivencias, cargados de frustraciones, deseos postergados
por la vida familiar, son adultos mayores queriendo bailar las danzas
mil veces soñadas, deseadas, anheladas, disfrutadas con sus antiguos
amores, hoy solo recuerdos escondidos en sus bolsos de viaje,
transformados en fotos antiguas amarillentas raídas por el tiempo.
Se oye a lo lejos un vals de Strauss, siente el ritmo de un baile
suave, rítmico, dulce. Se deja llevar por la música sensual que
eriza su piel, todo le divierte, siente, desea, anhela. Los recuerdos
parten lejos, se van junto con el crucero. La tarde cae rápido los
últimos rayos rojizos se llevan al encanto, la sorpresa, al abismo,
al deseo no consumado. Su cuerpo esta vivo y lo palpa… aun siente
los besos suaves que le recorren, siente la brisa aquí en el balcón
florido lleno de colores primaverales que alejan el otoño
amenazante. Está viva, lo dice su cuerpo, lo gritan sus emociones…
solo un instante, como en esa foto compartida. Tan suya como puede
ser una mujer que no conoce de entrega, una mujer ausente de
sensaciones… una mujer sin vida, necesitada del beso, la caricia de
un príncipe encantador de musas solitarias... Tú...
Los amantes sin destino
Siente que no debiera aceptar,
lo dice; la ética, el sentido común, lo racional pero no le es
posible negarse, cada vez que aparece reviven aquellas emociones que
su cuerpo siente. Sabe que no... piensa que tal vez sea baja
autoestima, que no se quiere, pero aunque se revela en cuanto aparece
su sentir, su cuerpo, sus anhelos vuelven a desear aquellos momentos
únicos e irrepetibles. Se conocen demasiado y eso mismo los lleva a
buscarse, aunque no quieren la pasión los atrapa. Ambos se desean
aunque después se esconden el uno del otro. ¿Será que estarán por
siempre atrapados en el nido de los deseos? Su intimidad es un oasis
dentro de sus actividades diarias, un alto en el camino de la vida,
de su rutina. Una vía de escape de soledades entristecidas. Ellos se
conocen... no tienen secretos, cada uno con su vida, sus rutinas no
se ven alteradas por la presencia del otro. Un acuerdo tácito. Ya
hace tiempo los une solo una antigua amistad, solo quedan esos deseos
que no se han terminado a pesar del tiempo... La vida enseña que
privarse no vale la pena, quién les podría juzgar si la intimidad
es algo privado en el que los terceros son extraños...quién les
puede juzgar si la soledad y sus silencios callados son gritos
desesperados en una larga noche constante. Ambos viven en soledad
aunque rodeados de miles de imágenes que pasan como fantasmas por
sus vidas. Así será hasta cuando uno de los dos decida caminar por
otros senderos. Ambos saben que nada es eterno en esta etapa
terrenal. Mientras tanto eso ocurre, deciden jugar al amor, la
pasión, la locura de sus deseos... sin futuro, sin esperanzas, sin
un te quiero...
A ella...
A ella le ama
A ella le habla
A ella acaricia
A ella seduce…
Harta de luchar, la dama
abandona su refugio, ya está cansada de pelear con su eterna rival,
la eterna mar, rival brava de hace años, la enamorada celosa se
detiene frente esa mar garbosa dueña de su propio espacio, ya se
aburrió de luchar con imágenes solitarias, sirenas que aparecen y
desaparecen, más allá de las nostalgias, más allá de los
recuerdos que el vano tiempo pasado ha dejado clavándose en su alma
solitaria, dolor, desesperanza, rogando por migajas de amor que en
nada se parecen a lo que ella a ese poeta en versos le ha dado. Tanta
entrega entre esas aguas azules templadas, tiempos pasados en
silencios profundos, tanta soledad en esas aguas saladas, mañanas
asomándose a mirar por esa ventana que ensombrece su alma adormecida
en tantas tristezas pasadas. Ya pasó el amor, ya pasó todo el deseo
inmenso de navegar a su lado, nada le detiene, las aguas del olvido
se acercan raudas al abismo de la despedida. La mar furiosa le atrapa
celosa, envuelve su cuerpo entre grandes olas, se divierte con ella
como si fuese una niña sin vida, sin alma, el vaivén le hiere el
alma sabe que haga lo que haga ese mar le roba su amor que en mil
luchas de fuerza trató tantas veces de robarle a su amante. Ya no
sigue luchando pierde el juego por abandono, cansada de recoger
migajas de un amor incierto que nunca fue suyo, la vida sigue su
curso, nuevos aires, nuevos mares, nuevos continentes le esperan, a
qué seguir con ese amor egoísta que nunca fue suyo, él siempre
estará enredado en aquellas arenas movedizas que miran hacia el
horizonte que cubre a la mar de sus amores.
Oscuridad silenciosa
Oscuridad silenciosa en los
jardines del espíritu, se debate el amor y el desamor, se perdieron
los deseos, los anhelos, los sueños, todo abandonado en el azul
oscuro profundo de la noche larga siniestra donde reposa el sueño y
no se aleja la nostalgia. Nocturno cielo intenso oscuro, las
estrellas del firmamento titilan, resplandecen, iluminan
esparciéndose en el cielo como espuma nocturna, nubes cargadas de
copiosas lluvias intensas, envolviendo tristezas, desesperanzas,
invernan los sentimientos, descansa el enojo, desfallece la primavera
en las flores descoloridas, se acerca el otoño con sus funestas
hojas caídas y el descolorido cabello en las sienes grisáceas del
recuerdo. La brisa suave se mece, se asoma llevándose lento las
tristezas del dolor del desamor ansioso. Camina entre los versos
muertos callados que deja la noche inútil, ya no afloran más
lágrimas, va encontrando la calma. Acorta la distancia entre el
cielo y el infierno que quedó dormido ayer entre las sábanas
desiertas, desoladas, sin huella de piel de amantes. Un canto de
voces se elevan desde la realidad escapándose por la atmósfera, se
entonan desde lejos canciones lastimeras de amor y nostalgias en un
canto triste que deja dolor en canciones de versos sin vida que
hablan de la furia del viento sobre la tumba que guarda el recuerdo
silencioso del amor. El amor camina pausado reflexionando,
reinventándose, reencaminándose sobre los antiguos sueños que
inundan las reflexiones de ilusión volviendo a desear renacer en
otro corazón amante... El amor vive por siempre.
Arrinconada
Arrinconada la
mujer-niña-grande, castigada, espalda pegada a la pared, descubierta
infragante, lamiendo sus propias lágrimas, comiendo sus uñas
imaginarias queriendo arrancar del alma sus intensos dolores de
brusca mordida. La hembra escondida de si misma, furiosa con nadie y
con todos, aturdida, inconsciente, ave rapaz en busca de su centro,
queriendo emular el ave fénix, arrinconada, arrimada, solo una
simple pajarita con sus alas rotas después de la caída del nido en
la copa del árbol, antes frondoso, hoy solo ramas sin hojas en un
otoño permanente, esperando una primavera que quizá nunca llegue de
nuevo, obligada a crudos y solitarios inviernos. Quizá una
golondrina que no pudo escapar a otros continentes en busca del sol.
Simple espectadora mundana, mujer grande escondiendo a la niña
pequeña en su interior... la acuna, mece, acaricia, abriga. Le sirve
caramelos dulces empalagosos, cubiertos de tristezas profundas,
anquilosadas, petrificadas casi sin vida, alma errante desde siempre,
divagando quiere suplir sus carencias de niña dolida. Abandonada a
su suerte en el rincón oscuro de su alma a veces traviesa otras como
Dostoyevski metida en sus habitaciones interiores, tétricas,
lúgubres, húmedas, tan lejana, tan pequeña, tan absurda como la
vida. De pronto cree encontrar su única posible salvación, sus
cinco minutos de felicidad, la noche cae brusca, la oscuridad le
abruma, se retrae, llora largo, extendido, gime de tristeza absoluta,
se anima, camina de nuevo a su sepultura de nunca debió intentar
dejar... las campanas suenan llorosas y una canción deja de oírse
dejando un silencio infinito que se pierde en lontananza tras el
horizonte...
Cercano cumpleaños
Camina feliz, observa el
resultado, se siente mágica, sus sueños se fueron concretando,
analiza el vivir y se va por el camino de las flores, y piensa en la
vida que lleva y recuerda… alguna vez se perdió la hebra, el
destino hizo su juego habitual, se enredaron las líneas escritas, el
pájaro de fuego cantó en silencio dormido, los colores fuertes se
difuminaron en suaves irisados pasteles, se mezcló la infancia con
la juventud, se perdió la inocencia, vinieron los pesares, se
perdieron los sueños, convirtiéndose en verdades de la vida, el
tiempo pasó, después, aparecieron los dolores del parto recobrando
la esperanza, tomando la fuerza y, así, siguió ovillándose la
vida, los colores fueron definidos, fuertes, enérgicos, nuevos
bríos, nuevas alegrías armaron de nuevo la desmadejada realidad,
provocando vida, alegría, sueños, esperanza y se fueron atando los
nudos irrompibles, la certeza real del vivir, se dieron pasos
sólidos, la madeja se hizo fuerte, se convirtió en ovillo firme,
férreo, la fuerza estaba ahí ante esos ojos oscuros, relámpagos de
niña inocente, todo valió la pena, todo fue realidad, los
sacrificios fueron solo recuerdos. El éxito se concretó en dos
pequeños, alegría de vivir, nuevas madejas, nuevos desafíos,
nuevas sonrisas, otras ilusiones y así, se concretaron las razones
del existir… vivo y existo.
La cosecha
El tiempo y sus misterios, la
inquietud me conmueve, las dudas y los miedos se entrometen dentro
del candelabro encendido, fuego que arde y quema el cuerpo y la
espera, el cerillo ilumina el hogar, se apaga la tarde oscureciendo
las sombras largas de la noche sin nombre, dudas sorpresivas me
envuelven y desenvuelven en inquietudes, halo de desespero, dudas van
de ida y vienen de vuelta. El sueño se agita, inquieta, desespera,
necesito pase rápido el tiempo denso, áspero, agrio, la duda será
mañana certeza, más temprano que tarde los plazos siempre llegan.
Los párpados titilan, no quieren cerrar… esperan, esperan, el
tiempo de angustia es largo, inmenso, extenso, negro, oscuro, son las
dudas que trae con ella, el paisaje de espigas de oro de campo seco
relaja el ambiente. Los campesinos vienen a segar la tarde árida, el
trigo oro se escabulle en la tierra amalgamándose al terreno, se
acercan, más el tiempo se acorta, la lluvia se anuncia, pronto
llegara a tientas entre el alba y la madrugada, el gallo empieza a
despertar, queda poco tiempo para la cosecha y también el tiempo de
espera… El tiempo se nubla, el cartero no viene, en ella la
ansiedad se empodera, el corazón se asusta y piensa que hoy no
llegarán cartas, se queda triste… mira hacia la quebrada, el amor
en el lejano cerco la espera…
Fundadora de sueños
Se inicia desde la ilusión
expectante que proviene desde la encarnación de sueños de
niña-mujer que van coronados de aurora transparente y clara en los
objetivos y subjetivos movimientos en el vaivén de certezas e
incertezas coronadas de éxitos y fracasos que al fin y al cabo
consiguen la verdad del sueño. Nace hija ilustre de los ideales,
casi sin juegos de niña se sube al barco de las letras, ella no
resistía la constante mirada de lo ya realizado, nace de nuevo
después de cada letra suya aprendida, va curiosa e impertinente por
los hechos que ocurren desde el horario grabado en bolsón de
saberes, salta los charcos mojando lo escondido dentro del bolsillo
de lo entendido, construye puentes sobre los otros puentes, rompe
caminos establecidos, aflora el interés de saber y funda la letra
blanca sobre la letra verde y se queda sentada en la puerta de la
cultura mientras una paloma le indica el camino hacia los verdes
infinitos que sufren el calvario del olvido. Navega un océano de
inquietudes, sube al barco del equilibrio, golondrina en vuelo, viaja
hacia el horizonte que va más allá de la incertidumbre donde los
miedos, lo oscuro del saber vuelan sin cesar a un futuro de luz
constante que bajo el sol siempre avanzará por la ribera del éxito
con constancia y persistencia que sabiamente le caracteriza… un día
la paz será su corona, lo verde su cama donde la cultura le visita
sus nuevos sueños…
Jardines de pensamientos
Jardines de pensamientos,
letras engarzadas, joyas solitarias, bellos pensamientos de aromas
discretos, de angustias y risas, alegrías que se quedaron dibujadas
en papiros sin tinta, semillas que sin raíces dieron frutos de
amores relucientes, mirada oculta de amores vencidos, tesoros de oro
y plata, desiertos sin mácula y los miedos que se escaparon por los
ventanales, y así nació el amor al verso desconocido enclaustrado
en el corazón pragmático negando absurdamente la vida. Se anotan
los pares, se entremezclan los versos en besos callados en camas
blancas desiertas, amores a oscuras dibujando el humo en penumbras
sobre el cielo nocturno. Poesías que dicen que hablan, poemas y
cantos, letras suaves o extensas, cariños alegres, otros,
frustrados, campos desiertos, pajarillos que vuelan sobre los tejados
de los amores que antes se empantanaron en la selva del olvido,
partieron los versos, rieron las letras, comulgaron en danzas. Si el
papel solitario supiera cuanto tiempo perdí por no conocerte
inspiración mía, poesía sin letra, tesoro oculto en un corazón
cansado, vacío, ansioso de versos de amor y clara esencia. En
sonetos, en décimas, en góticos lamentos y otras veces picarescos
versos se fue hilvanando el libro aun inconcluso a la espera del
tiempo preciso, exacto y desconocido. El poeta vive inserto entre sus
sueños y dormidas certezas, esperando la letra se asome bailando el
vals de la musa amada.
Camino otoñal
Caminaba lento, arrastraba sus
pies cansados, lento caminar desde la lucidez al largo camino al
olvido, calle larga plena de experiencias, la carga de sus años
pesaba, había vivido mucho, era un fardo pesado, solo ella sabía lo
que había dentro, solo ella conocía sus secretos. El cielo la
observaba, curioso, preocupado, interrogante, ya el tiempo dejó sus
huellas en ella… Le duelen los años, los días buenos, aquellos
días de risa fácil, alegría constante, también las rutinas, el
trabajo intenso. Ahora solo vive de tristezas, de horas largas sin
compañía. No habla, no dice nada, no reclama, ella sabía de
dolores del alma, conocía aquel abecedario, eternas letanías sin
sentido. El cielo, las estrellas sus testigos y siguió... siguió
caminando lento mientras caían sobre su piel ajada hojas
amarillentas, otoño siniestro impostergable… Sentía el vacío
dentro de sí, lo había dado todo, aun así, quería algo más en el
largo caminar del tiempo. Sí, ella se quedó sin palabras, no tenía
nada que decir, el desamparo era la única mano amiga que encontraba
en su andar cansado por aquellos paisajes solitarios. Solo le
quedaban sus versos escondidos bajo aquel ropaje de tristeza
infinita…
Ocurre el tiempo
Ocurre el tiempo, ocurre la
vida, así sucede todos los días, la eternidad latente se pierde un
instante, se truncan amores amargos, difusos coloridos, grises que
ocurren en labios desterrados del amor. Miseria expectante sobre la
humanidad desesperada; hambre, saciedad, caricias cansadas, ternuras
en sueños, la soledad sola y la soledad acompañada. Vi la desnudez
en tus ojos, me quedé contigo, desnudabas tu esencia, la del alma,
esa sin vestidos solo recuerdos y nostalgias, esa la guardaste en
años tras puerta de madera muerta y aldabas que lloraban tu
distancia. El cuerpo está de duelo no entiende la incertidumbre, no
sabe, desconoce si tendrá caricias o solo dolores. Desnudo se siente
el ser cuando de amor carece, no existe contrato que valga si dos
amantes no lleguen a ponerse de acuerdo. Ha partido el amor
llevándose los deseos en esa emoción ambigua que a ambos les
alberga esa que antes fue intensa hoy ya no parece amor... solo
silencios. La nostalgia hace gemir la aurora, ya no son los placeres
lo que a ambos les convoca sino el dolor del silencio que ha
transformado el amor en roca negra. Pesadumbre es el sentir de los
duendes que a la morada alcanzan mortuoriamente buscando víctimas
que a su reino se acerquen. Un búho taciturno y desconfiado me mira
desde muy lejos quizá más allá de la aurora, despiadada mirada que
juzga y aterra el celo furioso que destruye... mata. Vorazmente me
comió la noche en silencio sin importarle el frío de la estatua de
bronce ni el gallo intruso que golpeó bruscamente mi ventana. La
incógnita sigue el camino de piedras desordenadas en las que me
tropiezo una dos y tres veces, te llevaste mis espumas nada dejaste.
Llueve implacablemente sobre el árido sentimiento, la angustia
desolada asusta a los tiempos de luz mañanera compañera de la brisa
que refrescará la calma haciéndose la ingenua sin ver las dagas que
de nuevo nos clavan el alma...
Los fines de semana en
soledad
Los fines de semana en
soledad, días solitarios; lúgubres, opacos, nubosos; tardes de
viernes, noches de sábados, mañanas de domingos, aquí fríos y
solitarios, allí calurosos y acompañados, gratos. Otros brazos se
entrelazan alrededor de tu cuerpo, otra piel se adhiere a la tuya,
ella te acompaña. Ambos caminan tomados de la mano por el jardín,
ríen observando el árbol que han sacado tan difícilmente. La
familia les recibe y acoge, los amigos les acompañan entre risas y
bromas. Mis celos te observan con el miedo te esfumes en la eterna
noche de mi soledad. Te esperé como todos los días, hermosas flores
en la mesa, ahora mustias, algunos pétalos descoloridos caen
avergonzados, hartos de la absurda espera, las copas de cristal van
perdiendo su brillo pulcro, las masas dulces endurecen ya no será
grato degustarlas. El cenicero cubierto de cenizas muestran las horas
de tan eterna espera, el vaso vacío, las horas pasan, los antes
leños ahora cenizas enfrían el ambiente, el frío se mete en las
cavernas angustiantes de esta soledad que herida llora en gritos de
silencio y dolor. La cama furiosa recibe un cuerpo gélido, helado de
angustia y rabia, añora las risas, miradas furtivas, ella esperaba
el calor de dos seres enamorados, a cambio solo recibe vacío de
cuerpo y alma, un ser abandonado, una mujer sin ganas de reír,
llorar ni vivir. Mujer varada entre cuatro paredes, solo sábanas
vacías... La madrugada esconce la luz de la luna. No están, no
regresaron él ni el sueño, ambos se fueron a esos brazos que seguro
les acogieron. Ambos, el sueño y tú, traidores me abandonan cada
semana y no los encuentro por más que los busque... Los fines de
semana son siempre desolados, angustiosos y tristes... la cama helada
desespera sin ti... cuento las horas que faltan para tu regreso... y
el sueño no llega... y la soledad siempre reinando ríe a
carcajadas, hoy a vuelto a ganar… sola.
Otoño
Otoño, se nos vienen las
hojas cubriéndonos de nostalgias y duda inciertas, se esconden las
verdades que duelen entre las hojas amarillentas decoloradas de tanta
incertidumbre de tanto dolor esparcido en los viejos y raídos
caminos del amor vivido antes de estos años que ya nos parecen cada
día más marcados por dolores y pesadillas que avanzan hacia un
desierto desolado. Algunos son dolores del cuerpo, otros son
pesadillas del alma, tristes tardes que se desmoronan sobre el piso
de los logros obtenidos, éxito superfluo que nada deja que nada
aporta. Lluvias esperadas que no llegan, no aparecen, no se asoman,
lluvia que purifica, sana, iluminando de nuevo el camino que aún no
se vive y que quizá nunca aparezca de nuevo, todo se ve falso,
liviano, efímero, son la desconfianza de los falsos amores que nos
aturdieron la juventud con sus aires carnavalescos con risas y
sonrisas apagadas por la tristeza que viene después del amor.
Desamores y amores van y vienen como las olas orilladas por la
marea, vaivén hacia dentro hacia afuera, nos insatisfacen los deseos
imaginarios, nos aprisionan, nos aturden los recuerdos añorados. Hoy
ya lejos de los nacimientos, las alboradas, los despertares en esa
juventud donde éramos reyes y reinas del mundo, ahora solo máscaras
escondidas entre las hojas secas del otoño, camuflaje donde se
esconden los sueños ya escasos, temerosos de ser olvidados por estos
días otoñales que nos hielan los huesos corroídos por los andares
y miserias de la vida... a pasos débiles, cansados, nos empiezan a
cercar con alambres de púa, nuestros caminos hacia un invierno que
más temprano que tarde tendremos que vivir con resignación y
respeto para una vida digna y justa... la vejez, certeza innegada.
Esas lejanas tardes
Tardes de viernes, recordando
aroma a flores irisadas de nostalgias verdes, rojas y azules
cubiertas de fantasías, mariposas bailando enamoradas de los cactus
violetas cubiertos de espinas que clavan el recuerdo de una niñez
blanca, pureza rubricada cubierta de sueños y juegos de fantasía
rosa, caen gotas de lluvia sobre las hojas de los suspiros. Nostalgia
cubierta de inocencia, hermandad y cofradía de viernes de infancia
jugando a las muñecas y toronjil, menta, salvia y algunos ajíes.
Cielo de certezas de infancia, cabellera negra y trenzas largas de
abuela Aurelia. Compañía de eternos mimos, caricias de mamá y
hermanos, hogar dulce y amargo entre cuentos, cantos y el puzzle de
padre y la guitarra abrazada, rocío aromático de alelí de cuatro
pétalos amarillos, rosados, violáceos, celestes, anaranjados,
fragancia a menta y ruda fuerte, a juegos de insectos sobre el mantel
verde pasto sobre la tierra y piedras rudas y silencios juiciosos. Un
colibrí frente a la ventana curiosa, tarde de primavera envuelta en
alegría y paz, infancia de hermanos felices, caminos de piedras
pintadas, cal blanca frágil que se llevará la lluvia un día
cualquiera e imprevisto. Pequeños insectos impertinentes, zancudos
respirando humedad de agua estancada, posada debajo de pies de niños
y niñas jugando al cordel, saltos competitivos de ganadores en
tardes de alegría y sonrisas. Allá entre los árboles añosos y el
romero seco se quedó la niñez y el recuerdo de tardes cubiertas de
alegría y sueños cumplidos…
Días sin escribir
Ríe el ramaje cimbreándose
con el viento, crujen las ramas de los árboles, verdad absoluta de
la naturaleza en la tarde de primavera florecida, aroma de blancos
azahares, esencia solidaria femenina cubierta de sueños de amor,
lluvia de recuerdos recorren los deshielos del alma, sentimientos
escondidos en el adobe seco de la muralla de campo, tierra y paja
amalgamados a los recuerdos entre blancos jazmines, día de amistad y
escultura de hierro, madera, presencia, versos y cantos alegres,
majestuoso sentimiento de unión en palabras de amistad naciente
entre sueños de un hombre y sus sueños altruistas, rigurosa y
férrea meta aun inalcanzable, trabajo constante entre sueños,
tierra, agua y campo, como punto de cruz bordado por mujeres en tarde
descansada, placer soñado añorando a solas esas tardes hoy lejanas
de niños saltando, brincando, expectante el sueño dorado de
quimeras de quijote, un horno de barro, leña seca y carbón de
espino, todo es posible si me empeño, se agrega a pesar de los
obstáculos, cucarachas durmiendo a la intemperie, tarde somnolienta
de un gato siamés ronroneando calmo, el alma blanca se cubre de
pasto verde esperanza, alegría sonriente entre canastos de mimbres,
de rosales rojos enamorados, ríen los zorzales entre las ramas del
almendro, los damascos dulces aun verdes ríen en la mano de los
niños, vuelan los silencios entre las montañas de los sueños,
ruedan los algodones brumosos sobre los charcos barrosos donde juegan
los niños, madres añorando el aroma a pan amasado con sus manos
suaves. Saltan las cigarras entre las ramas de los silencios y sueños
cubiertos de lianas... Llueven sonrisas alegres cayendo del cielo en
tarde tierra y naturaleza viva.
Urgencias de luna y soledad
Cielo inmenso, abismo
solitario, acróstico de mujer sola, hija de blanca luna iluminado
solo de esperanzas, sueños, ilusiones, mirada fija distante
extrañando en la nostalgia otros besos, otros labios. Sus manos
recogiendo aquellos lirios amarillos sobre un campo verde y un cielo
abierto sin nubes. Luna solitaria hidalga también caminando sola,
desde la altura te haces dueña de todo el territorio, avanzas
entrometida por rutas agrestes, extensas, solitarias, sin sombra, sin
estrellas entre marejadas de agua negra, tarde, fría luna soberbia
distante nadie a ti te alcanza nada te enamora eterna. Rosas entre
hojas y espinas, deseos de un beso a solas escondido entre silencios,
luna extranjera del amor, abrazados a quimeras, sueños, luceros
celestiales distantes navegando entre algas, una botella vacía,
solitaria, mensaje en papel nevado de ausencias que abandonaron los
escritos sin causas... el tiempo trae olvidos, recuerdos bien
encarcelados, atrapados en papel ahora amarillo, primavera ahora
florecida, ilusiones antes dormidas ahora despiertas con los cinco
sentidos, sol impertinente curioso irrumpiendo de mañana,
extendiendo la energía, atrayendo la esperanza, aportando un poema,
cubriendo de ilusiones la soledad, amor de inocencia dando pequeños
pasitos, poco a poco, dejando tinieblas, sembrando paz, escribiendo
poemas en el tapiz de los anhelos...
Enclaustrada
Crepúsculo nocturno,
alborada, siete cambios tiene la noche entre suspiros y cantos de
amor, las manos meciendo la cuna y yo aquí insomne y ansiosa
despierta somnolienta peleándole a la vida un poco de sueño. La
noche y las luciérnagas, compañeras inseparables, desveladas de
juerga se fueron, saltando a través de la alborada, guiñándole a
la lluvia con suaves e insinuantes coqueteos, haciendo malabares,
saltando sobre las cenizas. El silencio invitó a una fiesta
despertando a otros planetas, a los que no les gusta trasnochar ni a
otra luna amparar. Suave luna que te posas en mi piel, eres mi
compañera siempre fiel... insomne. Encuentro nocturno contigo, la
aventura de pensarte entre sueño y desvelo, seguir el instinto de
buscarte entre los sentimientos enrejados, ensortijado laberinto
nostálgico, pasión natural de los sentidos, locura nocturna de
dudas y desvelos. Relámpagos fosforecen en el cielo negro, observo
curiosa a través de mis campos internos, la soledad busca apacible
el sueño de la cordura, se desprende la emoción de los recuerdos,
se esconden disecadas las verdades de ayer, se desprenden de los
sentimientos los sueños, la ilusión es un tizón encendido de dudas
y recuerdos. El temor y el tiempo se contaminan, se desvanece en mis
brazos el vacío del alma, se agolpan las lágrimas en el portón
enclaustrado entre las tinieblas de una larga noche, se siente desde
el tejado el zureo de las palomas, la lluvia golpea los vidrios de la
ventana, mientras la noche sigue su rumbo por los silencios la
soledad sigue hurgando los sentidos...
Celosa hembra cautiva
Celosa hembra cautiva entre
jaulas de pájaras irisadas de rabia que comen las cenizas de un
burdo y absurdo repiqueteo de palabras sin son sin sentido. No vienes
a comer al piar de los lamentos, no acuden tus cánticos gregorianos
a la cita del atardecer crepuscular, no encuentras el equipaje de
palabras de mentiras, no eres más que un embuste de ilusas rosas
mustias que se quedaron sin verdades viviendo de absurdos amores del
falso pájaro de fuego que traiciona musas con besos de mentiras, con
caricias inventadas, enciendes fuego sobre la paja seca del nido
oculto que muestra solo la luz verde desde su casa a la ventana
siniestra. Musas y quejidos advierten a los vientos con lamentos
falsos, vano exhibicionismo sobre paragüeros que no guardan lluvia
ni lamentos. Catalejos negros observan la risa falsa del ángel de
las noches tétricas de las delgadas ilusas palabras y las flores sin
aroma que lanzan al mar los quejidos insolentes de los pájaros
inocentes que se asoman a ver las sobras que dejaron las bestias en
celo que no cupieron por la ventana estrecha que iluminaba la noche
absurda e incoincidente en las horas de los amplios continentes
inventados en esa playa negra de la isla en decadencia...
Nostálgica
Nostálgica, los tiempos
ocurrieron extraviándose entre páginas amarillas, suceden lluvias
que recorren desde el cielo al infierno, despiertan el insomnio con
sus gemidos sobre el zinc en noche intensa, manos vacías sin
caricias, sin sentido, recorriendo las ciudades de la orfandad, de
oscuridades en el profundo nocturno entre brazos solitarios sin
tibiezas que ya olvidaron acunar, hojas secas esparcidas en la
desierta calle fría y solitaria del olvido. Recuerdos se dibujan en
los portales antiguos, se sienten olvidados por las lejanas
primaveras, miran los pétalos de rosas esparcidos en el otoño
inminente, duele el sentir de las mariposas nocturnas. Y tendida
sobre las praderas las verdades cuentan las perlas negras del collar
de las ilusiones perdidas, caracolas del mar esparcidas por los
verdes pastos emitiendo sus runrunes mientras se mecen los lamentos
de los lirios. Todo sucede en los largos silencios que susurran
sutilezas a escondidas de los pinceles súbitamente dibujando huellas
sin pintar, el tiempo sucede sin bosques, sin caminos, sin risas ni
sonrisas, es el polvo árido desértico que dejaron los caminantes al
pasar, marcas de hierro oxidado en la tristeza larga empañada de
nostalgia, creciendo entre dos siglos, entre añoranzas, y recuerdos
a paso cansado, camino lento, ojos buenos casi sin vida, solo
paisajes otoñales, hastiados de mirar hacia adentro sin querer más
historias, sin querer más lamentos, solo esperando sonrisas y
caricias que acunen el camino sin regreso… aun vivo.
Mujer de otoño
Mujer de otoño, manos
atrofiadas en versos fríos de piel asustada, viento bravo sobre el
cielo cubierto de ilusiones ya marchitas, amor confundido entre los
miedos al silencio constante que cae como gotas inconstantes sobre
los tejados rojos, el dibujo incierto del rostro pálido dibujado en
hoja blanca, soledad elegida entre miedos y tristezas, ya se acaban
las sombras profundas del insomnio, manos prisioneras encerradas en
laberintos sin salida, ternura esperanzada, deseos inciertos
caminando entre la esperanzada noche de los silencios y los jinetes
apocalípticos cabalgando en lontananza, sueños dormidos de
luciérnagas y mariposas recorriendo luces y sombras entre caracoles
que lento van tras los sueños nocturnos, placeres negados por los
miedos a las cavernas silenciosas, angustia entremezclada con
caricias imaginadas en deseos ocultos, desvelos nocturnos, un nombre
sabe a bello poema de amor, a sonrisas curiosas presumiendo entre
ellas la sorpresa, estrellas celestes brillando en la noche oscura,
los colibríes expectantes de recuerdo y presencia, mujer con la piel
erizada, ahuyentando los malos augurios, fortaleza, y sabiduría
oculta entre los pliegues y el canto del libro escrito en soledad
nocturna, abandonando la incerteza del lamento del amor tras la
puerta férrea, la música canta sorprendida en el otoño amarillo de
hojas en el suelo que pisa el olvido del tiempo… esperanza de mujer
de otoño.
Depredador de sentimientos
Depredador de sentimientos de
seres inocentes con garras de demonio apresados, envueltos en sus
ausentes tiempos generadores de ilusiones, de pecados prohibidos
entre sol y luna, entre peces y golondrinas. Entre mariposas y
luciérnagas descoloridas. Sirenas hundiéndose en el agua de las
rocas adornadas de verdes musgos y pequeños moluscos negros
escondiéndose avergonzados de ver la maldad del perverso
intransigente, terrenos borrascosos, húmedos, volcánicos. Aprisiono
los recuerdos, los deshojo como margaritas buscando inútiles
respuestas, huelo la distancia, miro su falsa sonrisa y las miradas
pastosas descaradas. Camino hacia el pajar donde han terminado
sepultados los gemidos de la aurora, observo el difuso silencio
entremezclado de reclamos por abandonos de la tarde. Observo las
musas enredadas en alambres de uñas largas que se clavan en las
pieles de las fieras ardientes, se oye el llanto lastimado herido de
un final inminente y huérfano. Algún día será la venganza, habrá
carencia, dolor y vergüenza en ese pajar desolado abandonado tras el
silencio del cuerpo antes rojo y después carente de sentido y
fuerza. El edredón será su cruel destino solitario, las rosas rojas
abandonarán el calor del hogar perdido mientras la luz celeste
seguirá esperando a las bestias del patio trasero...
Soledad y espera
Soledad y espera, arden los
silencios rojos, queman las sábanas, rompen la clara aurora, sonríen
las piedras huecas, las calles caminan solas cargando los antiguos
pesares de los galanes de la noche sola. Se oculta una monja tras la
campana del convento, ella arranca de la madre superiora aburrida de
la salsa de soya y de comer pan tostado quemado. El gato maúlla
tristeza blanca en las faldas de su dueña protectora, ella se quedó
muy fría de tanto esperar a su novio marinero que el viento se llevó
para siempre tras una falsa quimera. La cigarra canta y fuma mientras
piensa y piensa, enojada de tanta soledad, aburrida de esperar al
ausente que seguro de ella no se acuerda, que la dejó en un ayer
lejano sentada en el patio de la iglesia. Ahora la miran curiosos los
muros de barro, cubiertos, tapiados de cal blanca y viva,
protegiéndose de los insectos, esos que ahora abundan en las paredes
carcomidas que dejó su ausencia. Filudos agujeros de aire se
esconden en el plumón de plumas de ganso viejo tras una araña
negra, floja arrinconada, ahora solo le queda encender un puro
mientras el viento le ahoga la garganta...
Primavera
Primavera enredándose en las
consecuencias del gélido invierno negro sin estrellas, ni la luna
triste ni el pícaro sol asomándose tranquilos. Eclipse de los rojos
y negros despreocupados de los mitos y leyendas en la isla
abandonada. Entre los barcos circulan las gaviotas. Quedan aun
resabios de largas noches frías tristes ansiosas, suspiros insertos
en las muros de la nostalgia siniestra de los sueños no cumplidos y
los espinos secos esperando ser carbón de sueños. El tren pasa
veloz llevando su carga de recuerdos y nostalgias de aquellos amores
que se perdieron y un gato dormilón dentro de su canasto de mimbre
que hizo el abuelo con sus manos cansadas hace ya tiempo. Las
tinieblas oscurecen el horizonte lúcido de hierbas y flores de
primavera, el campo iluminado de irisadas flores sonríe ante las
monstruosas abejas polinizadoras robóticas para salvarnos de una
desaparición inminente. Vana la desnudez de los amantes de las
tardes lentas que se ocultan entre las sábanas rosadas. La
pasionaria, sus martillos y clavos se sonrojan ante el sol imaginario
de las tardes crepusculares, los cristales de los ojos curiosos
desfilan en los portales de hierro oxidado mientras la primavera
pertenece...
Sentires... y tristezas
Se acerca pálido el murmullo
tiempo nocturno, se asoman diáfanos los crisantemos y el mar me
declara el amor con una canción de loco asomo, piel de mármol fría
y distante, loco, loco sentir del gélido sentir. Ay si yo pudiera
volver a sentir ese beso oculto, el silencio y el universo celarían
a tus ojos y tus manos que me pueden tocar. Será miedo, será
locura, será alegría o será tristeza, es locura por dejar que mis
letras acaricien tu boca, el poco serio despertar entre los
cristales, entre los fríos silencios de aquel impasse te quitaré la
mirada, te robaré los labios y los guardaré donde el amor se queda
en tristeza, se transforma en caricia, se abandona entre flores
alegres y luego caminaremos entre los rosales y los colibríes que no
quieren mirar donde quedó el misterio, dónde está el alma, dónde
se van las tristezas, déjame mirar entre los reflejos los sueños y
sutilezas de las lágrimas petrificadas colgadas de las lámparas de
cristales que se pintaron entre los sueños de la madrugada. Te
llevaste la cruz rosada y la calma trasnochada envuelta en tules
violetas que atrapan amor, robaste la tristeza que plática a
deshoras sobre los temores y los miedos a las púas y las espinas,
así la vida fue cambiando poquito a poco, deshidratándome el alma,
dejando sin temores a los miedos. Los silencios se apegan a los muros
de los añosos recuerdos, fijando lazos que se entretejen entre
huellas de besos robados al desaliento, tengo que decir noche no
trasnoches, después de la noche la luz se asoma desde los rincones
dejando que el recuerdo deje de reír...
Juegos de la memoria
Estado de espera constante de
lo incierto, rasgaduras en la escala de madera, aldabas de hierro
forjado, espejos de cristal biselados en memoria fiel de los errores
cometidos, memoria culposa de los tiempos acaecidos, ocurridos en
paisajes ideales, jardín de verso, vertedero de lamentos de viajes
conducentes a la silenciosa inexistencia, niebla arrimada a las
tristezas, el horizonte enrojecido tratando de saltar hacia él sin
pensar ni razonar solo hacer su propio juego. Se esparce el deseo
desde la montaña al mar surcando el cielo húmedo de lluvia que cae
sobre las olas. Sucumbo de miedo, no trasladó los sueños, no sigo,
apago las luces celestes chispeantes, abro las jaulas de los pájaros
disconformes, ellos vuelan hacia las alturas de los cielos abiertos,
grandes puertas majestuosas abriendo los portales de la verdad y la
mentira. Todos los hilos del tejido imaginario se enredan perdiéndose
entre las torres que los atrapan, las iras se alojan en los tachos de
basura. El pensamiento atrapa la memoria constante, causa y efecto,
rojo y negro, fuerza y dolor. Las lluvias caen sobre los pies fríos
caminando hacia el río que desemboca en el mar…
Cansada y sin sueño
Imperfecta y soñadora,
huellas de pies en mi almohada, duendes o demonios cargados de
miserias, cicatrices en el alma, heridas en los pies cansados de
injustos caminos empedrados. Nada soy, nada quiero, solo subir y
bajar aferrada a los vientos, tomada de la mano de las sonrisas que
vuelan sin dudas entre los plumones de pluma de ganso blanco.
Imperfecta e incompleta, difícil a veces o siempre, pero, existo en
los ojos del dragón del edificio transparente con espejos de lunas
que se molesta y cierra los párpados perdiéndose en la distancia de
los tiempos eternos, hojas de papel lleno de rayas difusas que no se
entienden, nada se parece, nada me recuerda a nada, solo caminan los
pensamientos a través de los cerros, veo difusas imágenes que
recorren distancias sin permiso de los dueños de mis sueños. Cierta
locura me recorre la memoria, recuerdos de pajaritos volando sobre
los panales de abejas, tengo las manos cargadas de esperanzas, tengo
los ojos plenos de visiones de futuro incierto. Soledad dibujada en
los techos de todo el territorio y en la esquina aun queda la huella
de la línea del tren que traía los últimos escritos de un
periódico inexistente compuesto de malas noticias...
Tiempos de cóleras
Tiempos de cóleras, furia y
celos, miedos y nostalgia, perros que ladran, luces y sombras,
congoja y tristeza, insectos sin alas cayendo sobre el rocío frío
cubierto de silencios, cansados lienzos extendidos sobre los pastos
donde caen las hojas que ya secas caminan al olvido. ¿Adónde se
fueron los verdes?, ¿a dónde se fueron los vientos alisios?, viento
húmedo suave acelerando el ritmo de las hojas que bajan ensimismadas
pensando, cantando, sonriendo recuerdos de aquellas primaveras que
anduvieron sobre los charcos barrosos, que caminaron sobre las
colinas y los tulipanes amarillos, sobre las camas de piedras
volcánicas del Teide y su cima blanca. ¿A dónde quedaron los
espejos biselado donde nos mirábamos en las mañanas, el reflejo de
la alegría, añoranza y los sueños interrumpidos de caminar sobre
la arena gris de aquella Isla Bonita ya no va quedando nada… solo
húmedo silencio. Tú y los miedos… yo y la nada… y la paciencia
retirándose en cascada a la casita blanca con otros dueños entre un
roquerío sobre las rocas negras y las flores malvas.
Te quiero sentir
Te quiero sentir danzando tras
el oleaje del silencio, recorriendo en punta de pies los caminos sin
tierra, cabalgando el celeste blanco de las alturas, buscando la luz
del nocturno quejido de las bestias del bosque siniestro. He llovido
entera el campo verde de la duda, he sonreído sobre la madreselva
oscura de la muralla calcinada, enrojecida por el sol de las mañanas
blancas. He recorrido estaciones de mármol, he subido escaleras sin
término, he tocado el techo de la aurora para sentir cada segundo
cada momento antes que comience el día y raye el alba, antes que el
sol queme mis palabras con susurros de versos aun no escritos ni
pensados. El reloj trastorna las esperanzas, me quedo aquí
paralizada mientras las mariposas se burlan dibujándose en mi cara.
Despedazo las hojas del cuaderno imaginario que se quedó en mi cama,
y elimino las caricias dibujadas en el edredón blanco negro que
habla y miente que no te extraña... Se viene el frío invierno
caminando a través de la montaña a grandes zancadas entre tu tierra
y mi montaña. Me quedé esperando la mirada de aquel oso quejoso que
de espanto y terror no se acerca a la morada del amor, fingiendo
celos y amor que él no siente. Las horas del nocturno silencio de la
noche eterna se dibujan en el calendario y en mis cabellos blancos
que hablan de destiempo, desilusiones perdidas y extraviadas en
esperanzas que ya no existen.
Circunstancias
Circunstancias me alejan de
los caminos entrampados en que desenvuelves tus marionetas y las alas
de ángel pérfido. Adipsia y miedos obstaculizan mis pasos, necesito
ver los árboles curiosos que observan intrigados el camino redondo
sin salida y las claras aguas de lluvias que caen sobre el mar,
ahogando sin querer a las sirenas lánguidas y varadas en su orgullo.
Pájaros extraños vuelan sobre el patio ajeno, catedral de piedra,
agua de primavera, luz azul brillante tras la noche de juergas, las
muñecas giran y giran, danzando alrededor del recuerdo que se asoma
perplejo. Me levanto entre las arenas negras y los camarones rojos
saltarines, siento a lo lejos el rugido de las bestias que se acercan
a buscar el maná escaso. Suben las pálidas y asustadas doncellas al
palacio de las lagartijas a cantar canciones de amor a los cangrejos.
Los embrujos o sortilegios recorren la pendiente larga extensa, caen
desde las rocas a precipicios encantados de fuego y cal para tener
suerte y conquistar la abandonada calesita cubierta de pasto y óxido
antiguo donde viajan los atardeceres y las nostalgias de aquellos
atardeceres en que esperaba verte pasar… y pasaron las nieves, las
aguas, los vientos, las nubes, el silencio y los búhos, las
luciérnagas y las hojas amarillas de los castaños otoñales...
Te busco
Te busco en los ojos que otean
las ventanas lluviosas, en las voces ausentes del arrullo nocturno,
en las huellas dactilares de mis dedos huérfanos, en el aroma de los
amaneceres tempranos. Te busco en el reflejo de las montañas nevadas
y sus ríos gélidos mientras bajan a la realidad de los valles verde
oscuro, las calles asfaltadas de rocas despedazadas por los años de
búsqueda constante de verdades ocultas. Te busco en las casitas
blancas y techo anaranjado. Te busco en mis dolores añosos, en el
tiempo indescifrable, en el caos de las pérdidas en los bloques de
cemento, en los verbos conjugados, en las vidas pasadas y en las
próximas venidas, en la esperanza entrampada, en la espera mil veces
dilatadas. Te busco inerte en el runrún de los celos que acosan
implacables los bordes desvestidos de ansiedades de silencios y
gritos angustiosos que hablan de destierros de abandonos de nada. Te
busco en el tictac desesperado del trasnoche en la mesita del error y
el acierto. Te busco en el crepúsculo gris de las historias vividas,
en los irisados pálidos de una cama solitaria cargada de carencias
sin destino ni fin… Te busco.
Y es nonada todo todo
Y, encontrándome así casi de
frente no tuve casi oportunidad, aparecí en fuerte jaula dorada,
quedé prisionera, las letras, las robé todas; todas mías. Quedé
entrepalabras enredada. Me asusta tutodo todo. Tuya. Me quedo en
nonada sola contigo. Prisionera, tu morada, enamorada. La
nochedíanoche me desvela, los rincones todos claman por verte. Mi
silencio grita callado... quiero blanconegro todo o nada. Todo. Tus
horas se apoderan de mi todo, se adentran en mis coherencias,
desenredándome de lazos otra vez digo nonada digotodo digonada.
Llamo, señalo, grito nada, me enredo, te busco, estás, eres todo y
no te siento. Entre los barrotes de mi jaula, prisionera, atrapóme
el amor de tu amor. ¡Tu amada!