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jueves, 18 de agosto de 2016

Navegaciones por el Entresueño.


NAVEGACIONES



POR EL


ENTRESUEÑO

Ivonne

Concha

Alarcón




Santiago de Chile – JUNIO 2016























© 2016, Derechos de Autor Reservados
Ruth Ivonne Concha Alarcón

Diseño de cubierta: F.S.R.Banda

Autoedición de la autora.
Primera edición - Julio 2016

Registro de Propiedad Intelectual
N° A-268144
Santiago de Chile

Impreso en Serviprint Servicios Gráficos
Verónica Aguayo Goldener
San Ignacio 75 Local 19 y 29
22697 9535 - +569 8348 1457
www.serviprint.cl



Indice


Navegaciones entre sueños
Nocturnos silencios
Secretos
Los tedios del ahora
Amores
Y otra vez...
Dueños de si mismos
Desvelada
Rastros de ti
Algarabía de jardín y misa
Me rebelo cansada
Quimeras
El tiempo es cielo abierto
Y se va el tiempo
Cansancio
Noche en desvelo
Inexplicable
Como hoja de papel blanco
Hoy no suceden
Solo mujer
La noche y sus siete cambios
Sueños de amor
Hombre de la mañana otoñal
Después del otoño
Amanecí triste
Traición de la noche
Frente al precipicio
Adherida a la piel
Llueven seco los trigales
Extasiada pensando
Los amantes sin destino
A ella…
Oscuridad silenciosa
Arrinconada
Cercano cumpleaños
La cosecha
Fundadora
Jardines de pensamientos
Camino otoñal
Ocurre el tiempo
Los fines de semana en soledad
Otoño
Esas lejanas tardes
Días sin escribir
Urgencias de luna y soledad
Enclaustrada
Celosa hembra cautiva
Nostálgica
Mujer de otoño
Depredador de sentimientos
Soledad y espera
Primavera
Sentir y tristezas
Juegos de la memoria
Cansada y sin sueño
Tiempos de cóleras
Te quiero sentir
Circunstancias
Te busco
Y es nonada todo todo















Prologo


La forma de poema es una desgracia pasajera.
O. Lamborghini, “Die Verneinug”, 1977.

Ivonne Concha comenzó a buscar su voz poética no hace muchos años, en la rutinaria poesía de los versos y las rimas, pero pronto sintió sus obvias restricciones y buscó otros senderos menos concurridos, menos explorados, buscó y encontró la esencia del verso no en su rima o su ritmo sino en su incrustación en la corriente de conciencia pura y desatada; en la prosa poética caótica y libre, ilimitada en su brevedad esencial. A ese descubrimiento añadió el exceso, la repetición, la fragmentariedad, el juego del artificio en el imaginario y en el lenguaje, lo opuesto al mero realismo, en suma, el esteticismo desbordado de lo neobarroco, donde la mente dirige la mano que escribe sin pasar por la censura inquisidora de la razón o la lógica. Y se atrevió a abrir las jaulas de los pájaros de sus fantasías, a desatar el torrente de sus palabras entrelazadas para que digan lo que no dicen, y aten y desaten esa luz violeta dorada que fosforece en las penumbras de sus nocturnos, hurgó en los socavones de sus pesadillas las huellas de sus demonios y el resplandor imposible de sus luciérnagas subterráneas, navegó en las espumas de las rompientes que circundan las islas de sus fugas y regresos, indagó en las palabras enterradas en el jardín donde sabía que estaban sus códigos perdidos, en fin, catalogó las ruinas de un pasado que poseía las claves de sus destierros y urgió sus imaginarios para desenterrar los mapas de su infancia, de su adolescencia y de toda su vida incesante. Mientras otras mujeres de su edad tejen con la tranquilidad final de una vida ya vivida amorosas prendas para sus nietos, ella teje y desteje con las lanas de colores de su imaginación el tejido de sus ilusiones y sus sueños. Sabe que hay en su alma fuegos que nunca se apagarán, pero con este libro decidió comenzar a dejar de ser una mujer inconclusa. Vale.

F. S. R. Banda
La Cisterna, 28 de julio de 2016.




Navegando entre sueños


Navegando entre sueños, veo mi reflejo dibujado en tus nostalgias, diseñando la distancia entre mis irisados ojos y la pupila de los tuyos, ellos hablan de paz, calma, bienestar. Mi paisaje inquieto, intolerante y aventurero se queda dependiendo de tu sueño verde esmeralda, te deslizas suavemente, musitando alegrías con dolor de enajenado, desplegando alas que vuelan y vuelan. Cosechando suspiros soñadores que se pierden en suaves algodones acompañados de lágrimas vagabundas volando en busca de efímeros sueños. Llevo acuestas recuerdos antiguos, aroma a nostalgia que cubren y plasman fríos que saben a efímeros dolores de alma. Espérame si te atreves a desafiar por mi amor a los mortales e inmortales, tú puedes si quieres, de nada te culpo si la ansiedad de amar no comprende a mi ser, no quiero ni puedo darte esperanza, no es mía la vida, no clamo esperanza, solo tengo certeza de vida arrimada a bellos sentires que asoman al alma. No quiero ni tengo primavera, ni otoño sin culpa, no es mía la vida que trazas, ella no tiene certeza. Solo deseos que se encierran en frías tardes de ojos lluviosos que salen del alma. Si tienes paciencia veremos el otoño en tardes que se entrecruzarán entre sí haciendo de este un suave paisaje de colores ocres en degradé. No desesperemos, en mi plácido otoño dejaré que pase el alba por verdes y nuevas primaveras florecidas, ellas harán renacer nuevos primores en nuestras vidas. Con cada beso que nos regale la luna haremos un collar de perlas de nubes que esconda la tristeza, mostrando que tras la ausencia vive vestida de hada una bella aventura. Un día tocaremos el cielo con manos deseosas de sembrar sueños, posesión, alegría, paz, paciencia, amor y pasión. Volverás un día... olvidaremos esa tristeza sembrada de sombras esperanzadas de nuevas melodías, se acabarán esos nostálgicos días cuando el sol reflejaba triste agonía sin labios, ni besos, ni cuerpo, ni alma…


Nocturnos silencios


Nocturnos silenciosos en larga noche de desvaríos e inciertos itinerarios, senderos antiguos velando mil sueños pendientes que ya no acaecieron, hurgando en nostálgicos inviernos con gélidas tormentas enmudecidas en melancólicas y grandes cascadas de deseos inconclusos. Se evaden los recuerdos sin sentidos, los pensamientos y va pensando en sus manos tocando el blanco marfil envejecido de aquella silueta que no heredará la risa que tanto se anhela ya a que nadie interesa. Febriles alcobas color cerezas, sabrosas oliendo a destino perdido en silencio callado, almohadas que gritan ausencia, desvelos nocturnos recordando promesas dibujadas en hojas de un libro desgastado en papel raído en añoranzas perdidas. Junto con las letras dibujadas sobre la piel, amanecen las ilusiones perdidas en el ayer entre luces y sombras, escriben frases vacías sin contenidos ni sentidos verdaderos en letras reflejadas en paredes silenciosas gastadas raídas en ausencias nocturnas y tiempos perdidos en lejanas existencias escondidas en sombras ocultas que nadie divisa en ningún tejado de gatos dormidos en noche de luna...



Secretos


Secretos, arraigada en la memoria, paraíso de pájaros de fuego expeliendo locura, quemando viejas naves del pensamiento. Buscando el eslabón perdido entre cadenas sueltas, no logra unirlas a sus recuerdos. Perdió el camino a la casa de muñecas donde jugaban sus sentimientos en otras primaveras. Quiere embriagarse de su presencia hasta perder la lucidez, la cordura, harta ya del maquillaje que cubre la demencia de los limones agrios y amargos. Conduce su cansancio por pasillos somnolientos de los espejismos desérticos, secos salares, parajes de cuarzo desteñido. Se cobijan entre besos alfombrados, muerden apacibles, lentamente sus sentimientos y antiguos rencores aun no escritos en paredes empapelados y pasta azucarada con miel de las abejas del panel al fondo de los verdes pastos de abril. Toca el piano antiguo del viejo monasterio donde dormían a escondidas antiguas meretrices, esas que recorrían el pentagrama a lamidos, mordiscos y latigazos cruzando el nocturno pavor de chismosos husmeando escondidos en los cántaros de bronce raído y tapices negro de flecos dorados. Camino rauda, atléticas zancadas acercan la muralla cubierta de madreselvas, apurada, busco los árboles sin sombra, de hojas huecas manchadas de lástima, de niña escondía pensamientos y canciones en viejos cuadernos amarillos. Sus ojos gimen angustia, sobresaltados ocultan ansiosos el cielo plomizo de nubes cargadas de agua dulce tratando de rodar por las mejillas del abandono. El ave * silba su canto mañanero, la lechuza harta de vigilar se esconde entre sus viejas plumas, el búho somnoliento deja pasar las últimas luciérnagas mientras va autorizando a las hormigas para que empiecen su labor diaria, una sirena da la partida al nuevo día… se inicia otra vez la rutina.


* “Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente,
ya el hombre se levanta a la voz del ave,
ya se han oscurecido los que miran por la ventana,
pero la sombra no ha traído la paz.”
El amenazado. Jorge Luis Borges


Los tedios del ahora

Viento, aire, luz, sombras rápidas de pájaros en bandada huyendo de las horas del tedio. Combate, fortaleza, lucha frontal, sentimientos huérfanos abandonados cansados de batallas inconducentes. Farol nocturno, lluvia en el callejón de casas pareadas, antiguas, cielos con ángeles dorados de yeso pardo resquebrajado, vidrio de cristal dibujado a cincel, un paragüero color ámbar en la puerta oscura. Trabajos en el hierro enmohecido oxidado recorriendo luna y estrellas soñadas, inventando historias de hadas, brujos y enanos de circos inexistentes. Cánticos gregorianos, monjes benedictinos de blanco impuro pagando pecados insoportables. Cariños gastados, cuadernillo de versos sin copia, canción tediosa de amor oculto de amantes furtivos en culpas constantes, confesionario solitario de cura ausente. Perlas negras broche de plata sobre un cuello de anciana recordando antiguos atardeceres en el parque de árboles frondosos de fruta cansada. Fúnebres florcillas marchitas sobreviviendo en el macetero de loza fracturada, rosas secas envejecidas, ramajes en caos, aroma añejo por el descuido del día.



Amores


Amante nocturno, búho sin ojos, disonantes destinos absurdos, mariposas volando, golpeándose a ciegas en murallas ajadas hechas de tierra y paja, muros caídos en noches terribles, noches borrascosas, viento violento, intenso, llevándose hasta los cimientos de la moral, hojas y botones de rosas amarillas y violetas, espinas. Frutas verdes perdiéndose en el suelo culpa del viento, ramas y ojos pardos verdosos, cardenales rojos y blancos, violetas pequeñas, gusanillos robando savia en el alma de los cangrejos de ríos. Silencios y gritos de los sabios roedores comiendo las nueces del canasto de mimbre de la abuela, la oveja que dará lana en el invierno negro, cicatrices en las pieles ajadas, vientos huracanados, aplausos y oscuridad en los balcones, gritos del alma de un solitario aferrado al cristo de madera de casa ajena, gemidos en los cerros, en las alturas de la gélida nieve. Sí, mis labios podrían morir sin el calor de los tuyos, trasmiten deseos rosas, rosas fuertes y rojo furioso, sí, el deseo intenso que se sube desde el suelo a la cumbre de la pasión enrojecida. Canarios dormidos, luciérnagas sin dormitorios, no duermen, deambulan a tientas. Donde estés, entre risas y sonrisas y cuentos inventados esperaré que se acerque tu mar a mi piel morada de frío, contrariedad de vida pobre y brotes de hortalizas verdes. En el bajo plano esperan en el hogar junto a la leña y el humo palabras y silencios gritando absurdos llamados a pesar de todos los elementos, la tarde amarilla, la leña café y un tazón de leche hirviendo, pobreza dura, rudos dolores en los huesos y en la historia larga del tiempo escrito en letras que no poseen recuerdos...

                                                          Y otra vez...

Y otra vez llegó ella, la noche, viene gozosa del atardecer vivido, del caminar por el bosque recogiendo flores, pisando, saltando como niña inocente sobre la tierra húmeda, cazando mariposas. Ella, la noche, tan llena de misterios, ella y su opacidad, sus miedos, ella me ata a la cama, empiezo a dar vueltas, vueltas y vueltas al asunto otra vez, otra vez dar vueltas al asunto, sí, lenta, violenta, lenta, rápida, angustiosamente rápida. Sigo queriendo cerrar los ojos, no puedo, otra vez está ahí molestando, agrediendo, subiendo la escala roja, extraño rojo intenso con puntos blancos, se ve tan extraña la noche, apenas empieza, sé, conozco del tema de los insomnios largos extenuantes, porfiados, abrumadores, serpenteantes, ondulantes de voces a veces indefinidas, mezcla de imágenes sorpresivas, los sentidos alertas, todos alertas, presentimientos que asustan, sorprenden agitándome, quiero gritar, quiero dormir, y nada... no sucede, no ocurre, y yo ahí todavía contando sueños, deshojando margaritas, contando auroras, contando esperanzas... cansada de la espera, los ojos duelen, quieren cerrarse y no se atreven, tienen miedo a ser testigos de las pesadillas, más miedos, más temores, más desvelo, más angustia. Larga extensa noche, me enerva, me desespera, bebo agua, leche, manzanilla y nada, tampoco acude el sueño al contar ovejas, eso no me resulta, no sé contar, olvidé hacerlo, solo hablo de colores, fantasías, irrealidades, fantasmas, gnomos, dibujos animados, monstruos altos, largos, cabezas largas que tocan el techo... cansada... empiezo a relajarme, descansada... adiós insomnio... duermo.


Dueños de si mismos

Dueños de sí mismos, tranquilidad, pasos cansados rasgados en el alto sosiego del pensamiento, vida sin culpas, estipuladas sin despedidas ni emociones en tardes de ilusiones tardías, cantos de aves amarillas mientras entre verdades y arrullos de palomas soñadoras contoneándose vuelan hacia los precipicios del acantilado del pensamiento hostil cansado de los temores. Se cimbran las palmeras del viejo camino, un perro ladrase asimismo, come pasto verde para sanarse, lo cipreses acarician el viento rugiéndose unos a otros, se oyen desde muy lejos, los lugareños se esconden sorprendidos. Sin ataduras vuelan las ideas, solo materia guardan en las alforjas pesadas de recuerdo vividos, libres de espíritus se eleva el canto de los niños camino a la luna, hoy han puesto ruedas a sus sueños los amigos imaginarios, prisioneros alados van buscando terreno conocido, así se adentran en el bosque de las tinieblas nocturnas, navegando por el cielo celeste diamantado en cristales, pastos verdes, gotas húmedas brillantes en la colina de la desventura inexplicable, una lápida ausente sin letras dibujadas es testigo de lo imperecedero, ya, es verdad, no somos los mismos, no podemos destejernos, no podemos hacernos, somos la consecuencia de lo ya vivido, experimento sorpresivo del último tren saliendo a destino. Allí baila, ríe, llora, lo simple lo cotidiano, desvestidos de antiguos pesares, cargados de nostalgias, ya no desean andrajosos recuerdos desgastados inútiles, se oye un extenso suspiro en la noche y un disparo del último suicida atraviesa la alta y ancha montaña, sin grandes ceremonias ni protocolos nos vamos atando a los antiguos caminos, sin extensos discursos, sin nostalgias, ni pesares, dueños del tiempo, dueños de si mismos...



Desvelada


Se pierde la noche en el horizonte, a veces corre por las nostalgias y encuentra la línea divisoria entre tantas distancias y lamentos exhaustos de rojos y azules que hace que la luna nos robe los tiempos de alambre, pido a la ternura se aleje de los ruiseñores engañadores, estafadores, ladrones de la libertad, los ojos y las manos, lloran silencios aterradores en arena y espuma de noche extensa entre azucenas y madreselvas y unas violetas perfumadas se van alejando del otoño para no morir de hastío y aburrimiento, como árbol frondoso sube a los jazmines y vuela alto con los zancudos de alas largas y sus seis ojos de distintos colores de hambre y miedo, sin pestañas, que caen heridos al lago de la esperanza de tanto miedo al frío. Vida verde, negra y gris y el rojo en la espalda del rinoceronte extinguido en estos parajes rojizos y corazones de arena penetrando entre algodones en el amanecer curioso entre piernas y amaneceres heridos de espinas que se clavan en libertad, poseen el generoso alimento del maná de la mañana que cae sobre funestos despojos de alimañas que se aparecen como buitres negros de ojos rojos. La ternura ausente, el odio se mete por las hendiduras de los barcos en el muelle que bombardea con bocinas y trompetas anunciando el medio día mientras la cigarra fuma un cigarro arriba de un filodendro y una mata de ají que pica.




Rastros de ti

Rastros de ti en los espejos, en las molduras de las puertas, en el ruido del silencio tras las cortinas de la aurora, en noches desiertas, en sueños insolentes, sobreviviendo a tu ausencia, buscándote en los escondrijos de mis recuerdos, oyendo las canciones testigos de los tiempos malos y los buenos, añorando tu compañía en todos mis momentos, transitándome a mano con mis dedos recorriendo todos los recuerdos dibujados en las hojas aun no escritas, pendientes de decir todas esas palabras que no se dijeron y sí se sintieron. Buscándote en todos los arpegios, en todas las notas musicales de las canciones que te traen desde el silencio a mi almohada fría y silenciosa con aroma a nada, deseos escritos en letras de ausencias, en campos de Marte, en estrellas sin luz, en el arco iris después de la lluvia reflejada en el rostro curtido de nostalgia. Siento el aroma del recuerdo cuando observo la aurora bajándome de la luz del día, la marca en el territorio en esta loca geografía donde solo ambos existíamos viviendo de a dos en uno, vida de dos vidas. Esa distancia pérfida, sin medida, sin trechos ni caminos transitables imposibles de traspasar hacia el tiempo y los deseos escritos en el árbol de la vida. Ahora faltas a la lista que no te nombra aun cuando miro, oteo, observo tu recuerdo con ansiedad y nostalgia de ti en el lugar que el tiempo desahucia los relojes de nadie, sigo caminando saltando en los charcos de agua turbia donde tampoco te veo...



Algarabía de jardín y misa


Siento el frío de primavera que se esconde en las rendijas abiertas donde los grillos se meten a hurtadillas cantando misa de domingo entre flores el pájaro de fuego amarillo y florecido. Suena el campanario y el flaco sacristán ayudante del cura, se balancea de un lado a otro mirando si los dinosaurios vienen a cantar el aleluya en el coro polifónico de las luciérnagas entumecidas en el palomar sin palomas y el acuario de peces anaranjados y los pájaros con sed que bajan a tomar agua en el cántaro de greda donde la hábil samaritana le dio agua a Jesús cuando este tenía sed de justicia y nadie entendía el mensaje de amor. Pasan las palomas negras mezcladas con las blancas y la gigante ave carroñera se come el unicornio azul que se quedo dormido y no puede irse a su casa antes del amanecer porque el búho furioso discutía una de sus tantas teorías añejas que ya no sabía como defender. El gusano se arrastra en la tierra, discute lo indiscutible y ya nadie le hace juicio mientras el fiscal de los pájaros asegura que tiene la solución de aquel crucigrama difícil de resolver, le salieron alas y no da resultado. Solo el cura sabe la respuesta y ya no estará cerca hasta el próximo amanecer dominguero. La lluvia cae solitaria gota a gota, mientras los manzanos florecen, sus nidos de flores blancas están listas a abrir después cuando ya no queden absurdos misterios… el arcoiris aparece entre las hojas verdes, cardenales rojos y las fantasías se asoman a comer las ilusiones que saltan entusiasmadas por el jardín.



Me rebelo cansada


Me rebelo cansada de dormir en piel ajena a solas contra la caricia ausente, contra el miedo a perderme, me rebelo ante la mirada esquiva, contra los pecados de fuego y los dolores del cuerpo, contra el veneno de los celos que aguijonea la calma destruyendo todo a su paso como huracán enajenado. Me rebelo ante las luces rojas que no dejan pasar por las calles del olvido. Me rebelo contra todo el egoísmo y el terror de mi piel al sentir tu mirada absurda, la voz a susurros y lamentos, al perderme hasta los silencios cansados de esconderse tras los vidrios empañados de sudor. Me rebelo ante el lento caminar de las tortugas amarillas. Me rebelo contra el cuerpo ausente extrañándome en cobardía sentida a través de los espejos rojos del placer ignorado. Me rebelo contra el dolor que dejan los vientos al pasar arrastrando a las mariposas dormidas. Me rebelo ante la inocencia cautiva de aquellas flores de un jardín del Edén prometido a cambio de suplir miserias en vidas solitarias de mujeres solas en busca de compañía irreal. Me rebelo ante el grito que impide oír el canto de los silencios. Me rebelo ante las miradas extrañas de locos caminos de figuras de yeso sin vida, frágil postura ante la cruda realidad de vida. Me rebelo ante la angustia agria pálida que dejan las nostalgias de la partida de los vientos nocturnos y la lluvia que no viene a ilusionar el encanto de las hojas casi amarillas del jardín hoy lejano…


Quimeras

Quimeras, ilusiones; danzando, cantando, festejando sonrientes, asomando sentidos en diáfanas luces que se encienden-apagan-encienden, titilando sueños, esperanzas aromándose en gotas de vida. Las brisas deshojan los pétalos de hermosas flores en el jardín, hojas verdes de verano que se cimbran cadenciosas en sutiles sonrisas a la vera de recuerdos que se pierden en la distancia inquebrantable del período que recorren, pasan, avanzan, caminan sin detenerse en ciclos de desventurada infelicidad. Rompen los miedos, se terminan las dudas, quebrantos, dolores, tristezas de sueños irrealizables junto al verde ennegrecido del musgo húmedo de las praderas de sueños y ausencias del espacio de los ciclos anteriores, corroen sus desmigajadas desilusiones esparcidas en intrincados laberintos del alma. Se adormecen los susurros enardecidos entre los pensamientos del día. La luna sorprendida se esconde entre las dunas del silencio, orillados sueños perdidos entre la interminable y profunda mirada del recuerdo donde se acurrucan los antiguos pensamientos adheridos al alma. El aroma de los arándanos de verano recién cosechados huele a aromáticas ilusiones. Las suaves hortensias humedecidas en lágrimas de rocío agítanse, piedras corroídas en volcanes erupcionadas entre dolor y pasión de enamorados, todavía quedan ilusiones en corazones aun deseosos alojados en sueños, esperanzados cascabeles mecidos por la brisa en tardes asoleadas del que no quisieran despertar. Los caracoles desafiantes asómanse curiosos mirando de frente el sol frontal, hacen preguntas, buscan respuestas entre los pequeños arbustos donde se posan los picaflores irisados, las abejas buscando alimento, las mariposas pintadas a mano por el jardinero de los cielos saltando y volando sobre las hojas de aquel florecido jardín, los insectos alegran con su vuelo despertando el paisaje. Aparecen y desaparecen las ya ajenas nostalgias escondidas en los rosales florecidos. El amor invade metiéndose entre las luces y sombras del vergel, reviven bajo el alero de las ilusiones de la vida... Las alamedas suenan como refrescando la vida de los amantes, ellos se miran, besan, enamoran, sonríen, abrazan, felices se aman... viven... existen.


El tiempo es cielo abierto


El tiempo es cielo abierto sin presagios, sin certezas, sin verdades absolutas, claros de luces y azules oscuros nocturnos de pálida luna menguante en caminos y andares del tardío estío ardiente, resplandores blanquecinos del jardín antes del otoño en la clara intensidad del deseo, antigua alameda verde perdiendo sus colores estivales, temerosa ante la pérdida provocada por el abandono, camino estrecho cercano a los ocres en tiempos cansados, hojas mecidas por el viento huracanado reminiscencias del ayer oculto en la extensa noche extraviada entre las aromas del verbo conjugado entre placer, pasión, anhelos, y los sentimientos del alma, mariposa nocturna golpeándose en los muros amarillos en pausa al borde del desfiladero del canto de las hojas del diario de vida ocurrida, se oye el susurro de voces suaves e intensas, crepúsculo de un pasado de añoranzas, reminiscencias de cenizas tibias a punto de despeñarse en un abismo infinito donde a veces el amor se pierde ciego de incertidumbres y desconfianzas aprendidas en ilusos sueños de casta mujer pudorosa envuelta en los miedos a perderse entre los deseos y afluentes del sentir, temerosa de sentir la pasión de los deseos en su piel dormida, desborde de luciérnaga alada efímera escondida, amurallada como envejecida hiedra apegada a los muros pétreos de una casa abandonada y sombras brumosas verde azul aterciopelado caminantes extraviadas entre las cenizas del recuerdo del sentimiento y los deseos que nunca se terminan en el sentir expectante de mujer latente... viva.




Y se va el tiempo

Y se encontraron mirando hacia la nada, soledad insípida que dejan los rosales con espinas clavadas en los recuerdos, caminan lento hacia el precipicio solitario del olvido, van pensando en los escombros que fueron dejando en cada día vivido, recordando los cristales quebrados que no permiten pase la luz de los sueños realizados e imaginados, soñar con madrugadas y los caminos andados en tiempos de ilusiones, en días primaverales donde el amor reinaba en los corazones expectantes. El amor estaba ahí abrazado a la piel y los sueños, a la pasión que gritaba segura de la necesidad de poseerse, los labios deseosos de recorrer la distancia, olvidando los riesgos donde todo era lumbre, fuego, ardor en el cuerpo, caricias y placeres, versos fantasía, ilusión, vida, esperanzada en el dulzor de los besos... Y dibujando caracolas, casitas de juego, y manzanas de colores rojas verdes y rosadas, ellos escribieron versos en la copa de los árboles, encendieron el fuego de leños secos sin esperanzas, quisieron sentir en sus cuerpos la lujuria y en alma la ternura que escribía el amor sobre sus pieles, les quemaba el deseo reflejado en la mirada, estaban ahí observándose desnudando el anhelo, despertando los deseos. Y sucedieron los tiempos del silencio en noches ausentes, en sonidos de insectos, una mariposa negra pegada al techo y el polvo que dejó el día antes de retirarse de sus ayeres, caminando entre sueños nocturnos, noche enmudecida. Se acabó la noche, se fueron los nocturnos por aquellas veredas estrechas, los faroles encendidos van recordando las caricias ausentes de un ayer fructífero, los besos rojos y los deseos prisioneros en el tiempo que nunca vuelven quemándose en la maldita distancia...


Cansancio

Cansancio, extremo cansancio de volar de punta a cabo anhelando los besos ignorados, las manos en la piel cansada, los ojos fijos en el dintel, sentir la música y las flores dispuestas esperando no se qué, mirando asustada los balcones, pensando en volar como las aves prisioneras, musitando plegarias pidiendo el regreso de la paz, de las risas, las sonrisas. Mirando el colibrí sosteniéndose como un helicóptero. Busco entre las sombras el ángulo oscuro del aburrimiento que afecta mi cuerpo, una pequeña brisa despierta la sensual caricia el recuerdo de tus besos, el deseo de arrullarte. No quisiera despertar de este sueño largo primaveral en este invierno frío que me cala los huesos. Mis labios silenciosos recorren tu boca sintiendo el deseo extraño. Mírame aun soy el papel escrito con manchas escritas en el silencio de la noche extraña. Espero, siempre... espero sobre la humedad del mar. Me miro en la niña de tus ojos, me refugio entre tus pupilas, dibujo a besos tu rostro mientras aquí espero silenciosa y estallo en una sonrisa El viento en su loca correría nocturna se posa sobre la chimenea botando la antigua fotografía con aroma a nostalgia. El miedo paraliza mis manos, el otoño mueve las hojas del silencio dando vuelta las páginas de un calendario hostil. Las nubes pintan el cielo de algodones albos, siento las espinas extranjeras del silencio abrazando las copas de los árboles, pensando ensimismada en aquel último beso frente a un arcoiris de paz y sosiego.



Noche en desvelo

Papel blanco extendido impávido mudo sin nada que decir, un lápiz grafito negro, una musa, una lámpara antigua encendida, colorada, voces entonando una canción, voz grata que canta y encanta. El silencio ocupa su lugar, son esas noches largas amontonadas en la puerta esperando que le permita entrar con su montón de recuerdos agrios, tristes, algunos alegres y risueños. La habitación es de madera antigua, una estufa a leña encendida, una colcha de lana de oveja, una jarra de agua fresca, tu foto en el velador observándome, aun me reconoce yo le reconozco, los recuerdos no se van no desaparecen en un día. Mientras espero al señor sueño, recuerdo nostálgica lo vivido mientras juego con la bailarina, la caja de música danza y danza girando en círculos sin parar y yo aquí sintiendo pensando sabiendo que ya no vendrás... ahora el amor se fue a otro lugar. Siento a lo lejos el aullido de un lobo, avanza entre el ramaje de hojas grises de otoños, lianas entrelazadas unas con otras como mil recuerdos que se atropellan, se agolpan en mi cabeza me hacen sentir tan cerca y tan lejos... abandonada. Al galope viene un caballo se siente cansado como si viniese de lejos, se acerca a la cabaña es tarde, a esta hora no abriré... ¿Y si fuera él que viene de regreso? quizá haya decido regresar, sabe que lo espero siempre. El animal sigue de largo a su destino... duermo.



Inexplicable


Cuenta la historia que los cipreses tienen un complot con las margaritas, las rosas se irán al cielo si se portan mal y si se portan bien se irán al infierno, presiento el dolor de los talentos que se extravían entre tanta maleza y paja donde el ganado se come los sembradíos de lentejas, más grande es el cielo que la tierra y los don juanes verdes se duermen a la puerta de un convento blanco para robarse a las doncellas celestes que dudan de sí mismas, ahora ya se sabe donde están las polillas que se van comiendo el cuerpo de las mariposas cesantes que de tanto hipo se murieron. Dónde esta el sol que no veo, están muy oscuro en todos los caminos de los chanchitos que viven en la tierra de los zapatos rotos. Un perro pulgoso se quiere comer las criaturas que ni pueden defenderse, nadie explica por qué tanto dolor se quedó en la trinchera, destilando pesares y sueños que todavía quedan envueltos en rencores por heridas viejas que nunca se cubren de paz, más grande son las luces que alumbran los ojos de verdes esperanza, suceden cosas extrañas en las metáforas que hablan de aquellas cosas que poco a poco fenecieron dentro del túnel de lo prohibido y los pactos de silencios que nadie pensó interpretar ni traducir ni menos explicar porqué más grande es el sol de noche y la luna de día y las estrellas tristes llueven y la lluvia se seca... inexplicable.


Como papel blanco


Como un papel; blanco, transparente, gélido, inmóvil, estancado, estampado de soledad infinita, sin sentido, enmudecido por la indiferencia del sentir. Como la atmósfera; cargada de pesadas partículas, hierro sólido, átomos a punto de explosionar, empujados por el viento irresponsable. Así me siento ahora, en este instante, sola conmigo, sola ante todos. Mi reflejo se esfuma en el espejo del tiempo, mis ojos se nublan ante lo negativo que tiene la nostalgia. Mi cara entristecida empalidece al sentir el dolor de la esperanza perdida. Ya no puedo devolver mis pasos recorridos en el tiempo, ya no es posible el regreso... el tiempo se perdió entre mis dudas, incertidumbres etéreas. Duele todo; el tiempo pasado, el presente, el mañana... ya no va quedando deseo de seguir, se extingue a lo largo de mi misma, no encontrándome, no me siento, no me oigo, ni me toco, ni me miro. Así estoy; sola conmigo...ya no te busco porque no existo. No te siento porque no soy. No te toco porque no tengo el sentido del tacto. Ya no puedo verte porque perdí el rumbo extraviándome dentro de mí misma. Busqué tu rastro perdiéndome en tus ojos con mirada larga, profunda enceguecida de dolor... Aroma a distancia, lejanía incierta. Pasa la vida, en largas horas de partida diluida en espera constante, desgano infinito, tiempo oscuro que permanece oculto en laberintos dibujados de soledades sin salida. El tiempo juzga como juez inquisidor y yo me quedo aquí, a solas como víctima de mi propia soledad interna. Así es mi sentir, así me quedo hasta que el tiempo mejore la calidad de mi propio aire, de mi propia existencia… Vivo.


Hoy no suceden

Hoy no suceden cielos rojos, amarillos, anaranjados, ni horizontes románticos con aroma a dudas y asombros ausentes, no se ven azules celestes albos resplandecientes, ni ocurren sorpresas imaginadas, ni quedan luceros riéndose en la cúspide de las montañas nevadas, ya no está la niña que venía desde sus ojos a mirar los ojos verdes de esperanzas. Hoy duele lo no parido lo no nacido, la ausencia de los delfines ni las flores anaranjadas, ni rojas, ni los helechos que le alimentan, las mariposas mudas, las palomas blancas que no se fueron al sur ni a ninguna parte. Hoy busca en la lista negra de los pecados negados, en los dolores esculpidos a golpes y la mantis religiosa atea que no comulga ni va a misas negras ni blancas. Hurga con los pies en la playa de petróleo negruzco que fusila los versos y elimina las metáforas dejando solo incertidumbre e incertezas del hombre inconsciente. Observa la lancha del pescador camino a la mar escribiendo versos de amor a las sirenas solitarias que aun creen en el verbo del poeta solitario. Hoy suceden los pasos silenciosos que no llevan a ningún destino recostado sobre los sueños que ya no van a caminar por las alboradas ni a dormir sobre los cangrejos ni a despertar en los alisios de la alborada. Pasarán las lunas inconclusas, las estrellas seguirán titilando, los mares recuperaran la salinidad, los peces seguirán nadando y la sirena seguirá fingiendo que no ve no oye ni dice...



Solo mujer

Solo mujer, hembra, verso y las palabras inventadas, fraccionadas, ficción de alma solitaria, deseos en un cuerpo cansado en el casi ocaso y las penumbras, asomado el hastío y el deseo lejano, la pasión y el desaliento. El placer negado, una danza, un vaivén constante e intermitente delirio de alma solitaria, desesperación desmedida a ritmo suave, intenso, distante. La divinidad aparecida de entre los rayos celestes del cosmos universal. Duelen los letargos, las emancipaciones, el crecimiento de lo racional, la inocencia perdida, la transparencia oculta en matices degradé, la luz difuminada en tonos pastel, los sentimientos ocultos entre el ramaje de lo inconsciente, las mariposas cansadas, los pájaros sin alas, los vidrios empañados, el cristal opaco, las letras muertas, negando la verdad prevaleciendo la mentira de los juegos florales primaverales inventados en círculos de fantasías que giran alrededor de los mil versos escritos en romances ya extinguidos, la flor roja que va pereciendo, mustia y negruzca, de pétalos caídos. La mujer oculta, migajas de vida restringida entre poesías maltratadas, versos paridos en el romanticismo, en la poesía dolorosa del desamor, la poesía del holocausto, los poetas malditos y las huellas de un pasado cuidadoso, relamido, desabrido, sin fragancia, ni aromas, pasión desaparecida. Atrás quedaron los sueños, los deseos ocultos, el sueño pendiente. Ya no va más dice el crupier… Arriba vuela un ave fénix; resiliencia, positivismo, crecimiento, nace de nuevo cada vez. Renace la mujer, muere la antigua... mejora la vida.



La noche y sus siete cambios

Aunque la noche haga sus siete cambios, se siente, gris, opaca, lánguida, el cuerpo se agita buscando su verbo interno, la flor sigue viva resplandeciente aunque se siente borrascoso el calor humano enamorando la vida. El viento sacude las hojas, clavando sus filosas espinas, se acerca removiendo la calma desprotegiendo el alma provocando a la vida. Las hojas se mecen aireando el paso a los caminantes, caen al suelo entre tempestades, feneciendo silenciosas, sin duda, sin gloria, su enemigo el viento, fiero, injusto, mezquino, efímero sin consistencia, sin sentido. Viento susurrador, murmurador, arrullador, soplando, gimiendo, incansable, gritando silencioso el dolor que a su pecho hiere. Cabello ondeándose al viento, cayendo a la tierra húmeda, barrosa, mojada. Hojas envolventes en caricias ansiosas, gritan los muros deshojados sin ramas, sin flores, la brisa suave se acerca al oído curioso, expectante, gimen los rosales, gime el silencio. La tarde se clava hastiada en el dintel de la puerta antigua, quebrajada, ruidosa, solitaria, celosa, aldabas resonando se agitan curiosas, egoístas, los perros ladran alejando las ilusiones de vida, los pensamientos inquietantes se alojan en rencores, despiertan las nostalgias, se agitan los sueños, se asoman los deseos, se incita al riesgo, se provoca a la calma dejando un reguero de sentimientos heridos. Se revisan los hechos, se lee el pasado, se aventura el futuro. Las hojas siguen huyendo, renacerán los brotes, rebrotará la vida, son las expectativas, alejando lo viejo volverán los sueños, volverán lo anhelos, la vida revivirá como cada mañana abriéndose al amanecer los portones bloqueados, se abrirán los caminos, renacerán las flores, volverá la vida como en cada primavera… vida.


Sueños de amor

Sueños de amor, subiendo y bajando, imaginados en el destiempo, sintiendo el placer infinito aromado de frutos silvestres encanto de rosas perfumadas. Se escucha la música proviene del hogar de las musas, ellas danzan y danzan al compás, bella melodía que exalta los sentidos, los tonos se elevan al paraíso de los sueños inventados, ilusiones, pensamientos fluyendo, laderas de ríos empedrados, hadas volando por los aires celestes, al ritmo del bello encanto que se acompaña de los latidos, trinar encantado de pájaros silvestres, vuelan y vuelan sin parar buscando donde su amor depositar… Así los ríos no se secarán antes de unirse en la profundidades del mar, el suave murmullo del encanto del amor circulando en el horizonte, mientras la luz de la luna, tenue y dulce, va acariciando los párpados soñadores de la bailarina principal de aquel ballet imaginario que danza en su sentir, ella va dibujando su sentimiento con los pies que se elevan desde el suelo hasta los aires del cielo limpio, puro y diáfano, mientras cae la tarde en una bella melodía, la noche sueña profundo, mientras gritan los aires del viento que sopla sin parar, se elevan los sones de un canto sin igual, todo es una danza de amor. La noche profunda, insomne, quiere volar al encuentro del mágico sonido que le llama desde las suaves colinas del deseo, sin querer despertar del sueño, necesita el amor como las aves necesitan sus alas, como requiere el aire su alimento, desea como quiere la noche al día, como la aurora al atardecer, como la luz a la oscuridad, permite al amor que te sueñe entre el crepúsculo y la mañana déjala soñarte entre soles y corcheas, en acordes musicales, en suave brisa que acaricia, déjale esta noche soñar con auroras en nuevos amaneceres. Déjale soñar mientras la melodía se posa en la piel como mariposas de mil colores...como los deseos se quedan en la piel... permítele amar hasta que el sueño termine en el país de los nunca jamás...

Hombre de la mañana otoñal

Hombre de la mañana otoñal, siento la tibieza del abandono que recién comienza, me dejas con los brazos vacíos, los dedos sin dueño, un cuerpo gélido. Quisiera sentir tu abrazo, tu susurro anunciando los deseos, el gemido apasionado que un día en un instante el deseo tuyo solo fue mío. Cómo deseo sentirte una y otra vez metiéndote en mi sueño, buscándome en mi nocturno deseo abrazado a mis caricias, atado a mi ensueño quisiera tenerte entre mi deseo y el placer, a desearte y esperar que recorras mi intimidad con mucha calma, que despiertes las mil mariposas ahora dormidas, que rompas el hielo de la distancia, bajar de la torre y caminar sobre el puente hasta llegar a tu humedal donde duermen las aves sobre las ramas sin desfallecer y sin miedos de perderme en la pasión que se esconde después de recorrer los laberintos, no perderte en la distancia finita de la noche, aferrada a la luna en las oscuridades de la pasión antes de la explosión de los sentidos, no temer al silencio de tus labios ausente, a no sentir lejana tu mirada caminando a escondidas mientras buscas los nidos de los pajarillos, ni perderte en el ocaso del día cuando el sol se viste de rojo y llora ante la lejanía de mi horizonte extraviado, hombre no quiero que te pierdas en el silencio del aliado enemigo del placer, no quiero desfallecer sin saber si vuelves mañana... mañana puedo ser un duro silencio perdido en el silencio de los que se van sin volver...



Después del otoño

Después del otoño, andando por el extendido camino de hojas golpeadas, caídas, sobre la loza estéril, el viento se posa desnudo para disfrutar los últimos rayos de sol que aun nos queda antes de que se enfríen los huesos con el dolor del invierno que hiere. Plegarias que rezan en las calzadas, veredas planas, en cuclillas y llorosas van mirando los surcos en la cara que les ha dejado la vida, mejillas apenas sonrojadas de pálidos recuerdos color ceniza que les dejó la experiencia. Alboradas a oscuras, blanquecinas, asomadas en un barco con las circulares ventanas cerradas a las sorpresas. Viajeros incansables de la mañana a la noche recorriendo asombros, pisando verdades, empantanados en los húmedos recuerdos de un ayer en olvido, en un ser que ya no quiere pensar ni soñar. Mañanas sin flores en un jardín seco, magnolios y rosas en el ocaso descolorido sin color ni aroma, caracoles y mariposas, suaves luces marinas desteñidas, sueños emancipados de viejos dogmas, sobre lodazales resecos que nunca darán frutos. El invierno dejará desolación en la intemperie, pero, ya nacerán de nuevos las siemprevivas, las violetas, los cardos en una próxima primavera…

Amanecí triste

Amanecí triste, más que otros días, esas tristezas sin nombre, pero sí, con espinas que clavan y hieren sin ninguna explicación. Frío en el alma que nada entibia como las culebras hoy necesito sol para sobrevivir, hoy necesito luz diáfana que ilumine mí mañana, hoy quiero certezas que rían, que bailen solo para mí. Quiero el abrazo del suspiro que vuela y se aleja entre montañas, quiero la mano que mueve el destino, del que domina el fuego y el agua, el que prende el alma y después la apaga. Quiero rendir tributo, inclinar balanza, sentir la presencia, el canto, la risa, la mirada, de aquel ruiseñor que una mañana alegró mi vida, dibujo mis sueños, calcó mis estelas grabadas en mi mar interno, un día voló dejando su barca en esta playa, vacía sin gente, sin prisa, sin nada, los demás se fueron a vivir tras los sueños y las montañas. La mañana descubrió el silenció, el frío, y me pregunto: ¿cómo estás? y después marchó al cielo pintado de azul, con pinceles de colores escribió en el cielo ¡hasta siempre vida, hasta siempre alma!, ahora cruzo llorando mi jardín ya seco, semillas difuminadas, solo arrimada, afirmada a la dura piedra vestida de triste soledad y desesperanza… Si, hoy amanecí triste… más que otros días.


Traición de la noche

Ahora la mañana enamora el paisaje de alegrías, sonrisas, flores rojas perfumadas, filtrándose por las hendijas la luz brillante del cielo a su cama de hierro y madera antigua, flores grandes color ocre, bajando de ella al suelo, bailando, danzando el ballet de Tchaikovsky mientras un perro duerme su desventura nocturna, el gato lame su pelaje, bajan del haz de luz bailando las pelusas mientras vienen del cielo, filtrándose a la habitación desnuda de algarabías apegadas a los cristalinos ojos de esa mujer que llora en su noche solitaria el deseo de placer de su cuerpo despierto quedándose sin satisfacer mientras encendida la noche entre silencio y soledad los anhelos se le subieron al enojo y el despecho, la rabia del silencio ajeno del amante. Apesadumbrada por la falta del hombre a la cita, durmió sola solita sola, su cuerpo ardiente deseoso se quedó sin sorpresas manos ausentes y besos desnudos. Mientras tanto a lo lejos siéntese el galope violento del hombre somnoliento ojeroso y cansado cargado de apuros y temores de culpa y vergüenza por la traición cobarde que no supo evitar no importándole el dolor y la desesperanza de aquella mujer bonita que solo a él le esperaba mientras el vuelve disgustado ella le guiña un ojo perdonándole la vergüenza...

Frente al precipicio

Frente al precipicio, mi vida, la única... el vértigo hace perder el equilibrio, un pie firme en la roca el otro tambalea, se mueve, titubea, se siente el vértigo, miro, observo, desconfío, susto, hielo en la piel, terror al vacío, son malabares tratando de asirse a cualquier cosa que le mantenga firme, teme caerse a la profundidad donde solo presiente aguas turbias; oscuras, lúgubres, contaminadas con el ambiente del siglo actual, moderno con sus novedades, fantasías, ciberespacio, redes sociales. Quiere entender, socializar, comprender, solidarizar, lo intenta, no puede, no es su ambiente natural, siempre extraña, extranjera, lejana, ausente, quiere aceptar, asimilarse, arrimarse y definitivamente no es capaz. La noche la atrae, lo oscuro le llama hacia esas cavidades profundas que alojan serpientes, animales grandes, pequeños monstruos que dominan, inquietan, desordenan lo planificado, lo siempre aceptado como vida, existencia, ser, existir. Vida normal seca, estirada, impávida, máscara sonriente, brava, impertinente, capaz y a la vez niña, mujer triste, inmadura, a veces ingenua, mil veces demonio, mil veces dura, mil... mil veces frágil. Sin esperanzas, no acepta el cambio, no cree, no acepta lo diferente, quiere y no puede, el pánico le hace correr; primero lento, acelera el paso, corre, se pierde en su guarida secreta, su propia cárcel, se protege, se esconde, difícil futuro, acurrucada dormirá con su soledad a cuesta. Lo intentó... ya pasó... sucedió y no fue más que un sueño de ángeles y demonios... despierta, camina lento y sigue... invernará hasta la próxima estación...



Adherida a la piel

La noche que se adhiere a la piel dejando huellas en los confines del silencio. Noche misteriosa, callada, helada, fría, frente a una playa solitaria donde solo se siente el ruido de las olas golpeando la roca dura constante e intermitente, el agua y el golpe la corroen átomo a átomo hasta el tiempo finito en que se extinguirá, desaparecerá, terminará, convirtiéndose en arena oscura. Luna ausente, no aparecerá esta noche, qué le sucedería a los enamorados si nunca más volviera. Noche solitaria triste sin luna, silenciosa, sin nada, aislada. Noche playa silencio calma paz en el alma, peces durmiendo, moluscos trasnochando, piedras bajo mis pies investigadores. Un camarón enano intentando morderme por invadir su espacio natural, lo dejo hacer como quiere y sonrío... es pequeño no tiene fuerza no lastima. Y sigo caminando sobre la arena negra, mis pies investigan mientras disfrutan del agua fría continental sudamericano al fin del mundo. Pequeñas ágatas o piedras bonitas simples que el mar devuelve en un ir y venir esperando el amanecer, quizá algún veraneante desee recoger alguna y quiera robársela por el solo gusto de llevarla fuera de su ambiente natural. O, quizá, un caracol vacío para ponerla en su oído y recordar en la ciudad el ruido del mar. Así sucede, la noche y sus curiosidades... no se oye el chillar de las gaviotas ni su revoloteo, seguro, duermen y sueñan en un pez muy grande para devorarlo durante el día largo, están protegidas en su pequeña isla de roca dura pintada de blanco por ellas mismas. ¿Dónde duermen los pelícanos? Valdrá la pena investigar, quizá sea interesante y si no lo es será una pérdida de tiempo, claro tal vez sí, tal vez no, pero, puedo descubrir quizá un pequeño paraíso... Bueno sucede, como en la vida misma, no todo tiene una justificación, a veces sucede otras veces no ocurre nada, a veces carecemos de sentido y nos damos vueltas y vueltas, nadie sabe qué hacemos, qué pensamos... pero vivimos así como los pelícanos... circulando en la vida, revoloteando… constantemente.



Llueven seco los trigales

Llueven seco los trigales creciendo en cielo sin lágrimas, faltará este año el pan en los campos cocidos en leña contaminada. El rocío recorre en ausencia de montaña nevada bajando a empellones entre piedras y peces cansados buscando alimento en aguas turbias, como lejano siento tus huesos ausentes y tus risas ahora atadas a otros besos. Duelen los besos de las babosas tratando de correr sobre los techos húmedos de noche profunda y patio callado en embaldosado resbaloso que cae en pendiente sobre los restos de plumas de unos pavos cenados en un día del Carmen. Pasos sobre las pilas de ajíes rojos y los añosos leños que chispean sobre la alfombra vieja de la abuela, el patio de las gallinas, el gallo anda todo cocorocó porque ocho gallinas andan dispuestas a sus requiebros de gallo castizo. Llegó la hora triste del ovejero recogiendo ovejas que yendo a dormir le dejan triste tocando la flauta en silencio para no despertar los sueños del lobo cercano a la casa grande. Pastos escasos van por la orilla del río claro de la sierra nevada, allá cercano al patrón camina maldiciendo la suerte, sus crías no beben por escasez de lluvia y esperanzas. Se le acabó la paciencia al lobo; hoy ya no espera a la niña de capa roja, ni quiere comerse a la abuelita, ya de tan viejo, no le quedan dientes para comerse a nadie, apenas bebe agua bendita para sanar un poco su alma perversa...

Extasiada pensando

Extasiada pensando en brazos abrasadores, caricias solitarias, deseos contenidos sin querer hacer nada, solo estar quieta, lánguida, escuchando el ruido del silencio profundo, solo deseando sentir los minutos en su piel cansada, emociones siempre latentes, queriendo disfrutar besos que recorran su cuerpo asustado ante lo desconocido… deseando la alquimia, la trasformación perfecta de lo falso en oro reluciente. Frente a la ventana el mar se mece suave, acariciando las naves a punto de partir con sus cargas de hombres y mujeres en busca de la felicidad, en cruceros que prometen libertad, diversión, distracción de los sentidos, ellos llevan sus mochilas cargadas de duelos vividos, equivocadas vivencias, cargados de frustraciones, deseos postergados por la vida familiar, son adultos mayores queriendo bailar las danzas mil veces soñadas, deseadas, anheladas, disfrutadas con sus antiguos amores, hoy solo recuerdos escondidos en sus bolsos de viaje, transformados en fotos antiguas amarillentas raídas por el tiempo. Se oye a lo lejos un vals de Strauss, siente el ritmo de un baile suave, rítmico, dulce. Se deja llevar por la música sensual que eriza su piel, todo le divierte, siente, desea, anhela. Los recuerdos parten lejos, se van junto con el crucero. La tarde cae rápido los últimos rayos rojizos se llevan al encanto, la sorpresa, al abismo, al deseo no consumado. Su cuerpo esta vivo y lo palpa… aun siente los besos suaves que le recorren, siente la brisa aquí en el balcón florido lleno de colores primaverales que alejan el otoño amenazante. Está viva, lo dice su cuerpo, lo gritan sus emociones… solo un instante, como en esa foto compartida. Tan suya como puede ser una mujer que no conoce de entrega, una mujer ausente de sensaciones… una mujer sin vida, necesitada del beso, la caricia de un príncipe encantador de musas solitarias... Tú...


Los amantes sin destino

Siente que no debiera aceptar, lo dice; la ética, el sentido común, lo racional pero no le es posible negarse, cada vez que aparece reviven aquellas emociones que su cuerpo siente. Sabe que no... piensa que tal vez sea baja autoestima, que no se quiere, pero aunque se revela en cuanto aparece su sentir, su cuerpo, sus anhelos vuelven a desear aquellos momentos únicos e irrepetibles. Se conocen demasiado y eso mismo los lleva a buscarse, aunque no quieren la pasión los atrapa. Ambos se desean aunque después se esconden el uno del otro. ¿Será que estarán por siempre atrapados en el nido de los deseos? Su intimidad es un oasis dentro de sus actividades diarias, un alto en el camino de la vida, de su rutina. Una vía de escape de soledades entristecidas. Ellos se conocen... no tienen secretos, cada uno con su vida, sus rutinas no se ven alteradas por la presencia del otro. Un acuerdo tácito. Ya hace tiempo los une solo una antigua amistad, solo quedan esos deseos que no se han terminado a pesar del tiempo... La vida enseña que privarse no vale la pena, quién les podría juzgar si la intimidad es algo privado en el que los terceros son extraños...quién les puede juzgar si la soledad y sus silencios callados son gritos desesperados en una larga noche constante. Ambos viven en soledad aunque rodeados de miles de imágenes que pasan como fantasmas por sus vidas. Así será hasta cuando uno de los dos decida caminar por otros senderos. Ambos saben que nada es eterno en esta etapa terrenal. Mientras tanto eso ocurre, deciden jugar al amor, la pasión, la locura de sus deseos... sin futuro, sin esperanzas, sin un te quiero...


A ella...

A ella le ama
A ella le habla
A ella acaricia
A ella seduce…

Harta de luchar, la dama abandona su refugio, ya está cansada de pelear con su eterna rival, la eterna mar, rival brava de hace años, la enamorada celosa se detiene frente esa mar garbosa dueña de su propio espacio, ya se aburrió de luchar con imágenes solitarias, sirenas que aparecen y desaparecen, más allá de las nostalgias, más allá de los recuerdos que el vano tiempo pasado ha dejado clavándose en su alma solitaria, dolor, desesperanza, rogando por migajas de amor que en nada se parecen a lo que ella a ese poeta en versos le ha dado. Tanta entrega entre esas aguas azules templadas, tiempos pasados en silencios profundos, tanta soledad en esas aguas saladas, mañanas asomándose a mirar por esa ventana que ensombrece su alma adormecida en tantas tristezas pasadas. Ya pasó el amor, ya pasó todo el deseo inmenso de navegar a su lado, nada le detiene, las aguas del olvido se acercan raudas al abismo de la despedida. La mar furiosa le atrapa celosa, envuelve su cuerpo entre grandes olas, se divierte con ella como si fuese una niña sin vida, sin alma, el vaivén le hiere el alma sabe que haga lo que haga ese mar le roba su amor que en mil luchas de fuerza trató tantas veces de robarle a su amante. Ya no sigue luchando pierde el juego por abandono, cansada de recoger migajas de un amor incierto que nunca fue suyo, la vida sigue su curso, nuevos aires, nuevos mares, nuevos continentes le esperan, a qué seguir con ese amor egoísta que nunca fue suyo, él siempre estará enredado en aquellas arenas movedizas que miran hacia el horizonte que cubre a la mar de sus amores.


Oscuridad silenciosa

Oscuridad silenciosa en los jardines del espíritu, se debate el amor y el desamor, se perdieron los deseos, los anhelos, los sueños, todo abandonado en el azul oscuro profundo de la noche larga siniestra donde reposa el sueño y no se aleja la nostalgia. Nocturno cielo intenso oscuro, las estrellas del firmamento titilan, resplandecen, iluminan esparciéndose en el cielo como espuma nocturna, nubes cargadas de copiosas lluvias intensas, envolviendo tristezas, desesperanzas, invernan los sentimientos, descansa el enojo, desfallece la primavera en las flores descoloridas, se acerca el otoño con sus funestas hojas caídas y el descolorido cabello en las sienes grisáceas del recuerdo. La brisa suave se mece, se asoma llevándose lento las tristezas del dolor del desamor ansioso. Camina entre los versos muertos callados que deja la noche inútil, ya no afloran más lágrimas, va encontrando la calma. Acorta la distancia entre el cielo y el infierno que quedó dormido ayer entre las sábanas desiertas, desoladas, sin huella de piel de amantes. Un canto de voces se elevan desde la realidad escapándose por la atmósfera, se entonan desde lejos canciones lastimeras de amor y nostalgias en un canto triste que deja dolor en canciones de versos sin vida que hablan de la furia del viento sobre la tumba que guarda el recuerdo silencioso del amor. El amor camina pausado reflexionando, reinventándose, reencaminándose sobre los antiguos sueños que inundan las reflexiones de ilusión volviendo a desear renacer en otro corazón amante... El amor vive por siempre.



Arrinconada

Arrinconada la mujer-niña-grande, castigada, espalda pegada a la pared, descubierta infragante, lamiendo sus propias lágrimas, comiendo sus uñas imaginarias queriendo arrancar del alma sus intensos dolores de brusca mordida. La hembra escondida de si misma, furiosa con nadie y con todos, aturdida, inconsciente, ave rapaz en busca de su centro, queriendo emular el ave fénix, arrinconada, arrimada, solo una simple pajarita con sus alas rotas después de la caída del nido en la copa del árbol, antes frondoso, hoy solo ramas sin hojas en un otoño permanente, esperando una primavera que quizá nunca llegue de nuevo, obligada a crudos y solitarios inviernos. Quizá una golondrina que no pudo escapar a otros continentes en busca del sol. Simple espectadora mundana, mujer grande escondiendo a la niña pequeña en su interior... la acuna, mece, acaricia, abriga. Le sirve caramelos dulces empalagosos, cubiertos de tristezas profundas, anquilosadas, petrificadas casi sin vida, alma errante desde siempre, divagando quiere suplir sus carencias de niña dolida. Abandonada a su suerte en el rincón oscuro de su alma a veces traviesa otras como Dostoyevski metida en sus habitaciones interiores, tétricas, lúgubres, húmedas, tan lejana, tan pequeña, tan absurda como la vida. De pronto cree encontrar su única posible salvación, sus cinco minutos de felicidad, la noche cae brusca, la oscuridad le abruma, se retrae, llora largo, extendido, gime de tristeza absoluta, se anima, camina de nuevo a su sepultura de nunca debió intentar dejar... las campanas suenan llorosas y una canción deja de oírse dejando un silencio infinito que se pierde en lontananza tras el horizonte...


Cercano cumpleaños

Camina feliz, observa el resultado, se siente mágica, sus sueños se fueron concretando, analiza el vivir y se va por el camino de las flores, y piensa en la vida que lleva y recuerda… alguna vez se perdió la hebra, el destino hizo su juego habitual, se enredaron las líneas escritas, el pájaro de fuego cantó en silencio dormido, los colores fuertes se difuminaron en suaves irisados pasteles, se mezcló la infancia con la juventud, se perdió la inocencia, vinieron los pesares, se perdieron los sueños, convirtiéndose en verdades de la vida, el tiempo pasó, después, aparecieron los dolores del parto recobrando la esperanza, tomando la fuerza y, así, siguió ovillándose la vida, los colores fueron definidos, fuertes, enérgicos, nuevos bríos, nuevas alegrías armaron de nuevo la desmadejada realidad, provocando vida, alegría, sueños, esperanza y se fueron atando los nudos irrompibles, la certeza real del vivir, se dieron pasos sólidos, la madeja se hizo fuerte, se convirtió en ovillo firme, férreo, la fuerza estaba ahí ante esos ojos oscuros, relámpagos de niña inocente, todo valió la pena, todo fue realidad, los sacrificios fueron solo recuerdos. El éxito se concretó en dos pequeños, alegría de vivir, nuevas madejas, nuevos desafíos, nuevas sonrisas, otras ilusiones y así, se concretaron las razones del existir… vivo y existo.

La cosecha

El tiempo y sus misterios, la inquietud me conmueve, las dudas y los miedos se entrometen dentro del candelabro encendido, fuego que arde y quema el cuerpo y la espera, el cerillo ilumina el hogar, se apaga la tarde oscureciendo las sombras largas de la noche sin nombre, dudas sorpresivas me envuelven y desenvuelven en inquietudes, halo de desespero, dudas van de ida y vienen de vuelta. El sueño se agita, inquieta, desespera, necesito pase rápido el tiempo denso, áspero, agrio, la duda será mañana certeza, más temprano que tarde los plazos siempre llegan. Los párpados titilan, no quieren cerrar… esperan, esperan, el tiempo de angustia es largo, inmenso, extenso, negro, oscuro, son las dudas que trae con ella, el paisaje de espigas de oro de campo seco relaja el ambiente. Los campesinos vienen a segar la tarde árida, el trigo oro se escabulle en la tierra amalgamándose al terreno, se acercan, más el tiempo se acorta, la lluvia se anuncia, pronto llegara a tientas entre el alba y la madrugada, el gallo empieza a despertar, queda poco tiempo para la cosecha y también el tiempo de espera… El tiempo se nubla, el cartero no viene, en ella la ansiedad se empodera, el corazón se asusta y piensa que hoy no llegarán cartas, se queda triste… mira hacia la quebrada, el amor en el lejano cerco la espera…

Fundadora de sueños


Se inicia desde la ilusión expectante que proviene desde la encarnación de sueños de niña-mujer que van coronados de aurora transparente y clara en los objetivos y subjetivos movimientos en el vaivén de certezas e incertezas coronadas de éxitos y fracasos que al fin y al cabo consiguen la verdad del sueño. Nace hija ilustre de los ideales, casi sin juegos de niña se sube al barco de las letras, ella no resistía la constante mirada de lo ya realizado, nace de nuevo después de cada letra suya aprendida, va curiosa e impertinente por los hechos que ocurren desde el horario grabado en bolsón de saberes, salta los charcos mojando lo escondido dentro del bolsillo de lo entendido, construye puentes sobre los otros puentes, rompe caminos establecidos, aflora el interés de saber y funda la letra blanca sobre la letra verde y se queda sentada en la puerta de la cultura mientras una paloma le indica el camino hacia los verdes infinitos que sufren el calvario del olvido. Navega un océano de inquietudes, sube al barco del equilibrio, golondrina en vuelo, viaja hacia el horizonte que va más allá de la incertidumbre donde los miedos, lo oscuro del saber vuelan sin cesar a un futuro de luz constante que bajo el sol siempre avanzará por la ribera del éxito con constancia y persistencia que sabiamente le caracteriza… un día la paz será su corona, lo verde su cama donde la cultura le visita sus nuevos sueños…



Jardines de pensamientos

Jardines de pensamientos, letras engarzadas, joyas solitarias, bellos pensamientos de aromas discretos, de angustias y risas, alegrías que se quedaron dibujadas en papiros sin tinta, semillas que sin raíces dieron frutos de amores relucientes, mirada oculta de amores vencidos, tesoros de oro y plata, desiertos sin mácula y los miedos que se escaparon por los ventanales, y así nació el amor al verso desconocido enclaustrado en el corazón pragmático negando absurdamente la vida. Se anotan los pares, se entremezclan los versos en besos callados en camas blancas desiertas, amores a oscuras dibujando el humo en penumbras sobre el cielo nocturno. Poesías que dicen que hablan, poemas y cantos, letras suaves o extensas, cariños alegres, otros, frustrados, campos desiertos, pajarillos que vuelan sobre los tejados de los amores que antes se empantanaron en la selva del olvido, partieron los versos, rieron las letras, comulgaron en danzas. Si el papel solitario supiera cuanto tiempo perdí por no conocerte inspiración mía, poesía sin letra, tesoro oculto en un corazón cansado, vacío, ansioso de versos de amor y clara esencia. En sonetos, en décimas, en góticos lamentos y otras veces picarescos versos se fue hilvanando el libro aun inconcluso a la espera del tiempo preciso, exacto y desconocido. El poeta vive inserto entre sus sueños y dormidas certezas, esperando la letra se asome bailando el vals de la musa amada.

Camino otoñal

Caminaba lento, arrastraba sus pies cansados, lento caminar desde la lucidez al largo camino al olvido, calle larga plena de experiencias, la carga de sus años pesaba, había vivido mucho, era un fardo pesado, solo ella sabía lo que había dentro, solo ella conocía sus secretos. El cielo la observaba, curioso, preocupado, interrogante, ya el tiempo dejó sus huellas en ella… Le duelen los años, los días buenos, aquellos días de risa fácil, alegría constante, también las rutinas, el trabajo intenso. Ahora solo vive de tristezas, de horas largas sin compañía. No habla, no dice nada, no reclama, ella sabía de dolores del alma, conocía aquel abecedario, eternas letanías sin sentido. El cielo, las estrellas sus testigos y siguió... siguió caminando lento mientras caían sobre su piel ajada hojas amarillentas, otoño siniestro impostergable… Sentía el vacío dentro de sí, lo había dado todo, aun así, quería algo más en el largo caminar del tiempo. Sí, ella se quedó sin palabras, no tenía nada que decir, el desamparo era la única mano amiga que encontraba en su andar cansado por aquellos paisajes solitarios. Solo le quedaban sus versos escondidos bajo aquel ropaje de tristeza infinita…


Ocurre el tiempo

Ocurre el tiempo, ocurre la vida, así sucede todos los días, la eternidad latente se pierde un instante, se truncan amores amargos, difusos coloridos, grises que ocurren en labios desterrados del amor. Miseria expectante sobre la humanidad desesperada; hambre, saciedad, caricias cansadas, ternuras en sueños, la soledad sola y la soledad acompañada. Vi la desnudez en tus ojos, me quedé contigo, desnudabas tu esencia, la del alma, esa sin vestidos solo recuerdos y nostalgias, esa la guardaste en años tras puerta de madera muerta y aldabas que lloraban tu distancia. El cuerpo está de duelo no entiende la incertidumbre, no sabe, desconoce si tendrá caricias o solo dolores. Desnudo se siente el ser cuando de amor carece, no existe contrato que valga si dos amantes no lleguen a ponerse de acuerdo. Ha partido el amor llevándose los deseos en esa emoción ambigua que a ambos les alberga esa que antes fue intensa hoy ya no parece amor... solo silencios. La nostalgia hace gemir la aurora, ya no son los placeres lo que a ambos les convoca sino el dolor del silencio que ha transformado el amor en roca negra. Pesadumbre es el sentir de los duendes que a la morada alcanzan mortuoriamente buscando víctimas que a su reino se acerquen. Un búho taciturno y desconfiado me mira desde muy lejos quizá más allá de la aurora, despiadada mirada que juzga y aterra el celo furioso que destruye... mata. Vorazmente me comió la noche en silencio sin importarle el frío de la estatua de bronce ni el gallo intruso que golpeó bruscamente mi ventana. La incógnita sigue el camino de piedras desordenadas en las que me tropiezo una dos y tres veces, te llevaste mis espumas nada dejaste. Llueve implacablemente sobre el árido sentimiento, la angustia desolada asusta a los tiempos de luz mañanera compañera de la brisa que refrescará la calma haciéndose la ingenua sin ver las dagas que de nuevo nos clavan el alma...



Los fines de semana en soledad

Los fines de semana en soledad, días solitarios; lúgubres, opacos, nubosos; tardes de viernes, noches de sábados, mañanas de domingos, aquí fríos y solitarios, allí calurosos y acompañados, gratos. Otros brazos se entrelazan alrededor de tu cuerpo, otra piel se adhiere a la tuya, ella te acompaña. Ambos caminan tomados de la mano por el jardín, ríen observando el árbol que han sacado tan difícilmente. La familia les recibe y acoge, los amigos les acompañan entre risas y bromas. Mis celos te observan con el miedo te esfumes en la eterna noche de mi soledad. Te esperé como todos los días, hermosas flores en la mesa, ahora mustias, algunos pétalos descoloridos caen avergonzados, hartos de la absurda espera, las copas de cristal van perdiendo su brillo pulcro, las masas dulces endurecen ya no será grato degustarlas. El cenicero cubierto de cenizas muestran las horas de tan eterna espera, el vaso vacío, las horas pasan, los antes leños ahora cenizas enfrían el ambiente, el frío se mete en las cavernas angustiantes de esta soledad que herida llora en gritos de silencio y dolor. La cama furiosa recibe un cuerpo gélido, helado de angustia y rabia, añora las risas, miradas furtivas, ella esperaba el calor de dos seres enamorados, a cambio solo recibe vacío de cuerpo y alma, un ser abandonado, una mujer sin ganas de reír, llorar ni vivir. Mujer varada entre cuatro paredes, solo sábanas vacías... La madrugada esconce la luz de la luna. No están, no regresaron él ni el sueño, ambos se fueron a esos brazos que seguro les acogieron. Ambos, el sueño y tú, traidores me abandonan cada semana y no los encuentro por más que los busque... Los fines de semana son siempre desolados, angustiosos y tristes... la cama helada desespera sin ti... cuento las horas que faltan para tu regreso... y el sueño no llega... y la soledad siempre reinando ríe a carcajadas, hoy a vuelto a ganar… sola.



Otoño

Otoño, se nos vienen las hojas cubriéndonos de nostalgias y duda inciertas, se esconden las verdades que duelen entre las hojas amarillentas decoloradas de tanta incertidumbre de tanto dolor esparcido en los viejos y raídos caminos del amor vivido antes de estos años que ya nos parecen cada día más marcados por dolores y pesadillas que avanzan hacia un desierto desolado. Algunos son dolores del cuerpo, otros son pesadillas del alma, tristes tardes que se desmoronan sobre el piso de los logros obtenidos, éxito superfluo que nada deja que nada aporta. Lluvias esperadas que no llegan, no aparecen, no se asoman, lluvia que purifica, sana, iluminando de nuevo el camino que aún no se vive y que quizá nunca aparezca de nuevo, todo se ve falso, liviano, efímero, son la desconfianza de los falsos amores que nos aturdieron la juventud con sus aires carnavalescos con risas y sonrisas apagadas por la tristeza que viene después del amor. Desamores y amores van y vienen como las olas orilladas por la marea, vaivén hacia dentro hacia afuera, nos insatisfacen los deseos imaginarios, nos aprisionan, nos aturden los recuerdos añorados. Hoy ya lejos de los nacimientos, las alboradas, los despertares en esa juventud donde éramos reyes y reinas del mundo, ahora solo máscaras escondidas entre las hojas secas del otoño, camuflaje donde se esconden los sueños ya escasos, temerosos de ser olvidados por estos días otoñales que nos hielan los huesos corroídos por los andares y miserias de la vida... a pasos débiles, cansados, nos empiezan a cercar con alambres de púa, nuestros caminos hacia un invierno que más temprano que tarde tendremos que vivir con resignación y respeto para una vida digna y justa... la vejez, certeza innegada.



Esas lejanas tardes

Tardes de viernes, recordando aroma a flores irisadas de nostalgias verdes, rojas y azules cubiertas de fantasías, mariposas bailando enamoradas de los cactus violetas cubiertos de espinas que clavan el recuerdo de una niñez blanca, pureza rubricada cubierta de sueños y juegos de fantasía rosa, caen gotas de lluvia sobre las hojas de los suspiros. Nostalgia cubierta de inocencia, hermandad y cofradía de viernes de infancia jugando a las muñecas y toronjil, menta, salvia y algunos ajíes. Cielo de certezas de infancia, cabellera negra y trenzas largas de abuela Aurelia. Compañía de eternos mimos, caricias de mamá y hermanos, hogar dulce y amargo entre cuentos, cantos y el puzzle de padre y la guitarra abrazada, rocío aromático de alelí de cuatro pétalos amarillos, rosados, violáceos, celestes, anaranjados, fragancia a menta y ruda fuerte, a juegos de insectos sobre el mantel verde pasto sobre la tierra y piedras rudas y silencios juiciosos. Un colibrí frente a la ventana curiosa, tarde de primavera envuelta en alegría y paz, infancia de hermanos felices, caminos de piedras pintadas, cal blanca frágil que se llevará la lluvia un día cualquiera e imprevisto. Pequeños insectos impertinentes, zancudos respirando humedad de agua estancada, posada debajo de pies de niños y niñas jugando al cordel, saltos competitivos de ganadores en tardes de alegría y sonrisas. Allá entre los árboles añosos y el romero seco se quedó la niñez y el recuerdo de tardes cubiertas de alegría y sueños cumplidos…


Días sin escribir

Ríe el ramaje cimbreándose con el viento, crujen las ramas de los árboles, verdad absoluta de la naturaleza en la tarde de primavera florecida, aroma de blancos azahares, esencia solidaria femenina cubierta de sueños de amor, lluvia de recuerdos recorren los deshielos del alma, sentimientos escondidos en el adobe seco de la muralla de campo, tierra y paja amalgamados a los recuerdos entre blancos jazmines, día de amistad y escultura de hierro, madera, presencia, versos y cantos alegres, majestuoso sentimiento de unión en palabras de amistad naciente entre sueños de un hombre y sus sueños altruistas, rigurosa y férrea meta aun inalcanzable, trabajo constante entre sueños, tierra, agua y campo, como punto de cruz bordado por mujeres en tarde descansada, placer soñado añorando a solas esas tardes hoy lejanas de niños saltando, brincando, expectante el sueño dorado de quimeras de quijote, un horno de barro, leña seca y carbón de espino, todo es posible si me empeño, se agrega a pesar de los obstáculos, cucarachas durmiendo a la intemperie, tarde somnolienta de un gato siamés ronroneando calmo, el alma blanca se cubre de pasto verde esperanza, alegría sonriente entre canastos de mimbres, de rosales rojos enamorados, ríen los zorzales entre las ramas del almendro, los damascos dulces aun verdes ríen en la mano de los niños, vuelan los silencios entre las montañas de los sueños, ruedan los algodones brumosos sobre los charcos barrosos donde juegan los niños, madres añorando el aroma a pan amasado con sus manos suaves. Saltan las cigarras entre las ramas de los silencios y sueños cubiertos de lianas... Llueven sonrisas alegres cayendo del cielo en tarde tierra y naturaleza viva.



Urgencias de luna y soledad

Cielo inmenso, abismo solitario, acróstico de mujer sola, hija de blanca luna iluminado solo de esperanzas, sueños, ilusiones, mirada fija distante extrañando en la nostalgia otros besos, otros labios. Sus manos recogiendo aquellos lirios amarillos sobre un campo verde y un cielo abierto sin nubes. Luna solitaria hidalga también caminando sola, desde la altura te haces dueña de todo el territorio, avanzas entrometida por rutas agrestes, extensas, solitarias, sin sombra, sin estrellas entre marejadas de agua negra, tarde, fría luna soberbia distante nadie a ti te alcanza nada te enamora eterna. Rosas entre hojas y espinas, deseos de un beso a solas escondido entre silencios, luna extranjera del amor, abrazados a quimeras, sueños, luceros celestiales distantes navegando entre algas, una botella vacía, solitaria, mensaje en papel nevado de ausencias que abandonaron los escritos sin causas... el tiempo trae olvidos, recuerdos bien encarcelados, atrapados en papel ahora amarillo, primavera ahora florecida, ilusiones antes dormidas ahora despiertas con los cinco sentidos, sol impertinente curioso irrumpiendo de mañana, extendiendo la energía, atrayendo la esperanza, aportando un poema, cubriendo de ilusiones la soledad, amor de inocencia dando pequeños pasitos, poco a poco, dejando tinieblas, sembrando paz, escribiendo poemas en el tapiz de los anhelos...


Enclaustrada

Crepúsculo nocturno, alborada, siete cambios tiene la noche entre suspiros y cantos de amor, las manos meciendo la cuna y yo aquí insomne y ansiosa despierta somnolienta peleándole a la vida un poco de sueño. La noche y las luciérnagas, compañeras inseparables, desveladas de juerga se fueron, saltando a través de la alborada, guiñándole a la lluvia con suaves e insinuantes coqueteos, haciendo malabares, saltando sobre las cenizas. El silencio invitó a una fiesta despertando a otros planetas, a los que no les gusta trasnochar ni a otra luna amparar. Suave luna que te posas en mi piel, eres mi compañera siempre fiel... insomne. Encuentro nocturno contigo, la aventura de pensarte entre sueño y desvelo, seguir el instinto de buscarte entre los sentimientos enrejados, ensortijado laberinto nostálgico, pasión natural de los sentidos, locura nocturna de dudas y desvelos. Relámpagos fosforecen en el cielo negro, observo curiosa a través de mis campos internos, la soledad busca apacible el sueño de la cordura, se desprende la emoción de los recuerdos, se esconden disecadas las verdades de ayer, se desprenden de los sentimientos los sueños, la ilusión es un tizón encendido de dudas y recuerdos. El temor y el tiempo se contaminan, se desvanece en mis brazos el vacío del alma, se agolpan las lágrimas en el portón enclaustrado entre las tinieblas de una larga noche, se siente desde el tejado el zureo de las palomas, la lluvia golpea los vidrios de la ventana, mientras la noche sigue su rumbo por los silencios la soledad sigue hurgando los sentidos...


Celosa hembra cautiva

Celosa hembra cautiva entre jaulas de pájaras irisadas de rabia que comen las cenizas de un burdo y absurdo repiqueteo de palabras sin son sin sentido. No vienes a comer al piar de los lamentos, no acuden tus cánticos gregorianos a la cita del atardecer crepuscular, no encuentras el equipaje de palabras de mentiras, no eres más que un embuste de ilusas rosas mustias que se quedaron sin verdades viviendo de absurdos amores del falso pájaro de fuego que traiciona musas con besos de mentiras, con caricias inventadas, enciendes fuego sobre la paja seca del nido oculto que muestra solo la luz verde desde su casa a la ventana siniestra. Musas y quejidos advierten a los vientos con lamentos falsos, vano exhibicionismo sobre paragüeros que no guardan lluvia ni lamentos. Catalejos negros observan la risa falsa del ángel de las noches tétricas de las delgadas ilusas palabras y las flores sin aroma que lanzan al mar los quejidos insolentes de los pájaros inocentes que se asoman a ver las sobras que dejaron las bestias en celo que no cupieron por la ventana estrecha que iluminaba la noche absurda e incoincidente en las horas de los amplios continentes inventados en esa playa negra de la isla en decadencia...


Nostálgica

Nostálgica, los tiempos ocurrieron extraviándose entre páginas amarillas, suceden lluvias que recorren desde el cielo al infierno, despiertan el insomnio con sus gemidos sobre el zinc en noche intensa, manos vacías sin caricias, sin sentido, recorriendo las ciudades de la orfandad, de oscuridades en el profundo nocturno entre brazos solitarios sin tibiezas que ya olvidaron acunar, hojas secas esparcidas en la desierta calle fría y solitaria del olvido. Recuerdos se dibujan en los portales antiguos, se sienten olvidados por las lejanas primaveras, miran los pétalos de rosas esparcidos en el otoño inminente, duele el sentir de las mariposas nocturnas. Y tendida sobre las praderas las verdades cuentan las perlas negras del collar de las ilusiones perdidas, caracolas del mar esparcidas por los verdes pastos emitiendo sus runrunes mientras se mecen los lamentos de los lirios. Todo sucede en los largos silencios que susurran sutilezas a escondidas de los pinceles súbitamente dibujando huellas sin pintar, el tiempo sucede sin bosques, sin caminos, sin risas ni sonrisas, es el polvo árido desértico que dejaron los caminantes al pasar, marcas de hierro oxidado en la tristeza larga empañada de nostalgia, creciendo entre dos siglos, entre añoranzas, y recuerdos a paso cansado, camino lento, ojos buenos casi sin vida, solo paisajes otoñales, hastiados de mirar hacia adentro sin querer más historias, sin querer más lamentos, solo esperando sonrisas y caricias que acunen el camino sin regreso… aun vivo.


Mujer de otoño

Mujer de otoño, manos atrofiadas en versos fríos de piel asustada, viento bravo sobre el cielo cubierto de ilusiones ya marchitas, amor confundido entre los miedos al silencio constante que cae como gotas inconstantes sobre los tejados rojos, el dibujo incierto del rostro pálido dibujado en hoja blanca, soledad elegida entre miedos y tristezas, ya se acaban las sombras profundas del insomnio, manos prisioneras encerradas en laberintos sin salida, ternura esperanzada, deseos inciertos caminando entre la esperanzada noche de los silencios y los jinetes apocalípticos cabalgando en lontananza, sueños dormidos de luciérnagas y mariposas recorriendo luces y sombras entre caracoles que lento van tras los sueños nocturnos, placeres negados por los miedos a las cavernas silenciosas, angustia entremezclada con caricias imaginadas en deseos ocultos, desvelos nocturnos, un nombre sabe a bello poema de amor, a sonrisas curiosas presumiendo entre ellas la sorpresa, estrellas celestes brillando en la noche oscura, los colibríes expectantes de recuerdo y presencia, mujer con la piel erizada, ahuyentando los malos augurios, fortaleza, y sabiduría oculta entre los pliegues y el canto del libro escrito en soledad nocturna, abandonando la incerteza del lamento del amor tras la puerta férrea, la música canta sorprendida en el otoño amarillo de hojas en el suelo que pisa el olvido del tiempo… esperanza de mujer de otoño.


Depredador de sentimientos

Depredador de sentimientos de seres inocentes con garras de demonio apresados, envueltos en sus ausentes tiempos generadores de ilusiones, de pecados prohibidos entre sol y luna, entre peces y golondrinas. Entre mariposas y luciérnagas descoloridas. Sirenas hundiéndose en el agua de las rocas adornadas de verdes musgos y pequeños moluscos negros escondiéndose avergonzados de ver la maldad del perverso intransigente, terrenos borrascosos, húmedos, volcánicos. Aprisiono los recuerdos, los deshojo como margaritas buscando inútiles respuestas, huelo la distancia, miro su falsa sonrisa y las miradas pastosas descaradas. Camino hacia el pajar donde han terminado sepultados los gemidos de la aurora, observo el difuso silencio entremezclado de reclamos por abandonos de la tarde. Observo las musas enredadas en alambres de uñas largas que se clavan en las pieles de las fieras ardientes, se oye el llanto lastimado herido de un final inminente y huérfano. Algún día será la venganza, habrá carencia, dolor y vergüenza en ese pajar desolado abandonado tras el silencio del cuerpo antes rojo y después carente de sentido y fuerza. El edredón será su cruel destino solitario, las rosas rojas abandonarán el calor del hogar perdido mientras la luz celeste seguirá esperando a las bestias del patio trasero...



Soledad y espera

Soledad y espera, arden los silencios rojos, queman las sábanas, rompen la clara aurora, sonríen las piedras huecas, las calles caminan solas cargando los antiguos pesares de los galanes de la noche sola. Se oculta una monja tras la campana del convento, ella arranca de la madre superiora aburrida de la salsa de soya y de comer pan tostado quemado. El gato maúlla tristeza blanca en las faldas de su dueña protectora, ella se quedó muy fría de tanto esperar a su novio marinero que el viento se llevó para siempre tras una falsa quimera. La cigarra canta y fuma mientras piensa y piensa, enojada de tanta soledad, aburrida de esperar al ausente que seguro de ella no se acuerda, que la dejó en un ayer lejano sentada en el patio de la iglesia. Ahora la miran curiosos los muros de barro, cubiertos, tapiados de cal blanca y viva, protegiéndose de los insectos, esos que ahora abundan en las paredes carcomidas que dejó su ausencia. Filudos agujeros de aire se esconden en el plumón de plumas de ganso viejo tras una araña negra, floja arrinconada, ahora solo le queda encender un puro mientras el viento le ahoga la garganta...


Primavera

Primavera enredándose en las consecuencias del gélido invierno negro sin estrellas, ni la luna triste ni el pícaro sol asomándose tranquilos. Eclipse de los rojos y negros despreocupados de los mitos y leyendas en la isla abandonada. Entre los barcos circulan las gaviotas. Quedan aun resabios de largas noches frías tristes ansiosas, suspiros insertos en las muros de la nostalgia siniestra de los sueños no cumplidos y los espinos secos esperando ser carbón de sueños. El tren pasa veloz llevando su carga de recuerdos y nostalgias de aquellos amores que se perdieron y un gato dormilón dentro de su canasto de mimbre que hizo el abuelo con sus manos cansadas hace ya tiempo. Las tinieblas oscurecen el horizonte lúcido de hierbas y flores de primavera, el campo iluminado de irisadas flores sonríe ante las monstruosas abejas polinizadoras robóticas para salvarnos de una desaparición inminente. Vana la desnudez de los amantes de las tardes lentas que se ocultan entre las sábanas rosadas. La pasionaria, sus martillos y clavos se sonrojan ante el sol imaginario de las tardes crepusculares, los cristales de los ojos curiosos desfilan en los portales de hierro oxidado mientras la primavera pertenece...



Sentires... y tristezas

Se acerca pálido el murmullo tiempo nocturno, se asoman diáfanos los crisantemos y el mar me declara el amor con una canción de loco asomo, piel de mármol fría y distante, loco, loco sentir del gélido sentir. Ay si yo pudiera volver a sentir ese beso oculto, el silencio y el universo celarían a tus ojos y tus manos que me pueden tocar. Será miedo, será locura, será alegría o será tristeza, es locura por dejar que mis letras acaricien tu boca, el poco serio despertar entre los cristales, entre los fríos silencios de aquel impasse te quitaré la mirada, te robaré los labios y los guardaré donde el amor se queda en tristeza, se transforma en caricia, se abandona entre flores alegres y luego caminaremos entre los rosales y los colibríes que no quieren mirar donde quedó el misterio, dónde está el alma, dónde se van las tristezas, déjame mirar entre los reflejos los sueños y sutilezas de las lágrimas petrificadas colgadas de las lámparas de cristales que se pintaron entre los sueños de la madrugada. Te llevaste la cruz rosada y la calma trasnochada envuelta en tules violetas que atrapan amor, robaste la tristeza que plática a deshoras sobre los temores y los miedos a las púas y las espinas, así la vida fue cambiando poquito a poco, deshidratándome el alma, dejando sin temores a los miedos. Los silencios se apegan a los muros de los añosos recuerdos, fijando lazos que se entretejen entre huellas de besos robados al desaliento, tengo que decir noche no trasnoches, después de la noche la luz se asoma desde los rincones dejando que el recuerdo deje de reír...


Juegos de la memoria

Estado de espera constante de lo incierto, rasgaduras en la escala de madera, aldabas de hierro forjado, espejos de cristal biselados en memoria fiel de los errores cometidos, memoria culposa de los tiempos acaecidos, ocurridos en paisajes ideales, jardín de verso, vertedero de lamentos de viajes conducentes a la silenciosa inexistencia, niebla arrimada a las tristezas, el horizonte enrojecido tratando de saltar hacia él sin pensar ni razonar solo hacer su propio juego. Se esparce el deseo desde la montaña al mar surcando el cielo húmedo de lluvia que cae sobre las olas. Sucumbo de miedo, no trasladó los sueños, no sigo, apago las luces celestes chispeantes, abro las jaulas de los pájaros disconformes, ellos vuelan hacia las alturas de los cielos abiertos, grandes puertas majestuosas abriendo los portales de la verdad y la mentira. Todos los hilos del tejido imaginario se enredan perdiéndose entre las torres que los atrapan, las iras se alojan en los tachos de basura. El pensamiento atrapa la memoria constante, causa y efecto, rojo y negro, fuerza y dolor. Las lluvias caen sobre los pies fríos caminando hacia el río que desemboca en el mar…


Cansada y sin sueño

Imperfecta y soñadora, huellas de pies en mi almohada, duendes o demonios cargados de miserias, cicatrices en el alma, heridas en los pies cansados de injustos caminos empedrados. Nada soy, nada quiero, solo subir y bajar aferrada a los vientos, tomada de la mano de las sonrisas que vuelan sin dudas entre los plumones de pluma de ganso blanco. Imperfecta e incompleta, difícil a veces o siempre, pero, existo en los ojos del dragón del edificio transparente con espejos de lunas que se molesta y cierra los párpados perdiéndose en la distancia de los tiempos eternos, hojas de papel lleno de rayas difusas que no se entienden, nada se parece, nada me recuerda a nada, solo caminan los pensamientos a través de los cerros, veo difusas imágenes que recorren distancias sin permiso de los dueños de mis sueños. Cierta locura me recorre la memoria, recuerdos de pajaritos volando sobre los panales de abejas, tengo las manos cargadas de esperanzas, tengo los ojos plenos de visiones de futuro incierto. Soledad dibujada en los techos de todo el territorio y en la esquina aun queda la huella de la línea del tren que traía los últimos escritos de un periódico inexistente compuesto de malas noticias...


Tiempos de cóleras

Tiempos de cóleras, furia y celos, miedos y nostalgia, perros que ladran, luces y sombras, congoja y tristeza, insectos sin alas cayendo sobre el rocío frío cubierto de silencios, cansados lienzos extendidos sobre los pastos donde caen las hojas que ya secas caminan al olvido. ¿Adónde se fueron los verdes?, ¿a dónde se fueron los vientos alisios?, viento húmedo suave acelerando el ritmo de las hojas que bajan ensimismadas pensando, cantando, sonriendo recuerdos de aquellas primaveras que anduvieron sobre los charcos barrosos, que caminaron sobre las colinas y los tulipanes amarillos, sobre las camas de piedras volcánicas del Teide y su cima blanca. ¿A dónde quedaron los espejos biselado donde nos mirábamos en las mañanas, el reflejo de la alegría, añoranza y los sueños interrumpidos de caminar sobre la arena gris de aquella Isla Bonita ya no va quedando nada… solo húmedo silencio. Tú y los miedos… yo y la nada… y la paciencia retirándose en cascada a la casita blanca con otros dueños entre un roquerío sobre las rocas negras y las flores malvas.



Te quiero sentir

Te quiero sentir danzando tras el oleaje del silencio, recorriendo en punta de pies los caminos sin tierra, cabalgando el celeste blanco de las alturas, buscando la luz del nocturno quejido de las bestias del bosque siniestro. He llovido entera el campo verde de la duda, he sonreído sobre la madreselva oscura de la muralla calcinada, enrojecida por el sol de las mañanas blancas. He recorrido estaciones de mármol, he subido escaleras sin término, he tocado el techo de la aurora para sentir cada segundo cada momento antes que comience el día y raye el alba, antes que el sol queme mis palabras con susurros de versos aun no escritos ni pensados. El reloj trastorna las esperanzas, me quedo aquí paralizada mientras las mariposas se burlan dibujándose en mi cara. Despedazo las hojas del cuaderno imaginario que se quedó en mi cama, y elimino las caricias dibujadas en el edredón blanco negro que habla y miente que no te extraña... Se viene el frío invierno caminando a través de la montaña a grandes zancadas entre tu tierra y mi montaña. Me quedé esperando la mirada de aquel oso quejoso que de espanto y terror no se acerca a la morada del amor, fingiendo celos y amor que él no siente. Las horas del nocturno silencio de la noche eterna se dibujan en el calendario y en mis cabellos blancos que hablan de destiempo, desilusiones perdidas y extraviadas en esperanzas que ya no existen.



Circunstancias

Circunstancias me alejan de los caminos entrampados en que desenvuelves tus marionetas y las alas de ángel pérfido. Adipsia y miedos obstaculizan mis pasos, necesito ver los árboles curiosos que observan intrigados el camino redondo sin salida y las claras aguas de lluvias que caen sobre el mar, ahogando sin querer a las sirenas lánguidas y varadas en su orgullo. Pájaros extraños vuelan sobre el patio ajeno, catedral de piedra, agua de primavera, luz azul brillante tras la noche de juergas, las muñecas giran y giran, danzando alrededor del recuerdo que se asoma perplejo. Me levanto entre las arenas negras y los camarones rojos saltarines, siento a lo lejos el rugido de las bestias que se acercan a buscar el maná escaso. Suben las pálidas y asustadas doncellas al palacio de las lagartijas a cantar canciones de amor a los cangrejos. Los embrujos o sortilegios recorren la pendiente larga extensa, caen desde las rocas a precipicios encantados de fuego y cal para tener suerte y conquistar la abandonada calesita cubierta de pasto y óxido antiguo donde viajan los atardeceres y las nostalgias de aquellos atardeceres en que esperaba verte pasar… y pasaron las nieves, las aguas, los vientos, las nubes, el silencio y los búhos, las luciérnagas y las hojas amarillas de los castaños otoñales...

Te busco

Te busco en los ojos que otean las ventanas lluviosas, en las voces ausentes del arrullo nocturno, en las huellas dactilares de mis dedos huérfanos, en el aroma de los amaneceres tempranos. Te busco en el reflejo de las montañas nevadas y sus ríos gélidos mientras bajan a la realidad de los valles verde oscuro, las calles asfaltadas de rocas despedazadas por los años de búsqueda constante de verdades ocultas. Te busco en las casitas blancas y techo anaranjado. Te busco en mis dolores añosos, en el tiempo indescifrable, en el caos de las pérdidas en los bloques de cemento, en los verbos conjugados, en las vidas pasadas y en las próximas venidas, en la esperanza entrampada, en la espera mil veces dilatadas. Te busco inerte en el runrún de los celos que acosan implacables los bordes desvestidos de ansiedades de silencios y gritos angustiosos que hablan de destierros de abandonos de nada. Te busco en el tictac desesperado del trasnoche en la mesita del error y el acierto. Te busco en el crepúsculo gris de las historias vividas, en los irisados pálidos de una cama solitaria cargada de carencias sin destino ni fin… Te busco.


Y es nonada todo todo

Y, encontrándome así casi de frente no tuve casi oportunidad, aparecí en fuerte jaula dorada, quedé prisionera, las letras, las robé todas; todas mías. Quedé entrepalabras enredada. Me asusta tutodo todo. Tuya. Me quedo en nonada sola contigo. Prisionera, tu morada, enamorada. La nochedíanoche me desvela, los rincones todos claman por verte. Mi silencio grita callado... quiero blanconegro todo o nada. Todo. Tus horas se apoderan de mi todo, se adentran en mis coherencias, desenredándome de lazos otra vez digo nonada digotodo digonada. Llamo, señalo, grito nada, me enredo, te busco, estás, eres todo y no te siento. Entre los barrotes de mi jaula, prisionera, atrapóme el amor de tu amor. ¡Tu amada!