Y se alejó
quizá para siempre… cabizbajo
la vio partir furiosa, enojada, él pensó que no lo tomaría tan mal
no imaginó que ella no volvería... los días, los eternos minutos,
los interminables segundos, pasaban los días, ya no sabía cuantos,
quizás una semana, quince días, daba lo mismo, ella no estaba ahí
a su lado, él la amaba y ella lo sabía, también lo amaba. Mientras
en el hogar se oía de
nuevo la misma canción, Ana Gabriel y su canción “Luna”…
él miraba entristecido su reloj, pensó:
_otro día más sin ella. Su orgullo era
muy fuerte, no podía llamarla, no podía decirle que la extrañaba,
sabía que cada vez estaba más lejos de él, nada le impedía
buscarla, pero su formación, la doctrina lo forzaba a dejar que se
fuera, era más fuerte que él, la necesitaba, la adoraba
pero, sí, su orgullo se
lo impedía, se daba cuenta que mientras más pasaban los días más
lejos estaba de ella. La música seguía y seguía… y
la volvía a oír en la discorola una y
otra vez, durante horas interminables, no
le importaba cuantas veces se oyera, ni que el CD se echara a perder,
era a ella, a su amor a quien necesitaba, a través de la canción
“Luna” él la sentía cerca, como
tantas veces, miles de veces, y seguiría así
hasta que ella volviera, claro, pero él
no la buscaría, jamás lo haría, aunque su corazón estaba
destrozado, la herida no cerraba, pero, su orgullo, su dignidad mal
entendida no lo dejaba buscarla. Por eso escuchaba mil veces, miles
de veces la misma canción en su equipo de música... miró
la luna una vez más, quiso decirle que le dijese a su amor que
volviera, pero eso era imposible, la luna ya se marchaba, el día se
asomaba y no la volvería a encontrar hasta la noche...
cerró la ventana, apagó el equipo, dejó
su periódico, guardó sus lentes y en silencio se
repetía : ¡Luna
dile que le amo, dile lo mucho que la quiero, dile cuanto la extraño,
dile luna que sin ella no puedo seguir...!
Pasaron los días, los meses, ella volvió
un día cualquiera, se saludaron, se abrazaron y nunca más se
separaron por cierto sin explicaciones, el orgullo siempre era más
fuerte que el amor… siempre
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